Cogiendo (aparentemente) por sorpresa a los antiguos amos (EEUU y la UE) y a sus títeres gobernantes, el pueblo se organiza contra tanta iniquidad desarrollando una conciencia que no es religiosa ni partidista en motivación, sino más emancipadora, reclamando derechos humanos y libertades.
Al igual que en Europa, los gobernantes prefieren ordenar matar a sus propios ciudadanos y a criminalizarlos con epítetos de todo tipo, antes que reflexionar, y reconocer que pasó su tiempo y que no son dioses ni elegidos "por la gracia de dios."