EL 061 AGREDE A LOS ENFERMOS MENTALES.

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Hoy, lunes 11 de julio de 2011 sobre las 13:00 h, me he visto en la situación de llamar al 061 porque entendía que sufría una emergencia médica. Sufro una fuerte ansiedad desde agosto de 2010 fruto, en mi opinión, de la deficiente atención socio-sanitaria que sufro (y que sufren otros pacientes). Padezco trastorno bipolar por lo que la administración me reconoce un 68 % de minusvalía que me producen crisis eufóricas y crisis depresivas pero, en mi caso, nunca ansiedad. Según los médicos la ansiedad disminuye tomando la medicación, haciendo una vida sana y ordenada, evitando los picos de ansiedad (evitando los estresores) y atajando lo antes posible cuando surge algún pico de ansiedad.

Esta mañana, por motivos que considero que no debo compartir en este escrito, he tenido una sucesión de estresores que han disparado mi ansiedad hasta tal punto que se me vinieron a la cabeza ideas suicidas. Me pareció, a riesgo de equivocarme, que lo mejor era avisar a los servicios sanitarios de urgencias. Y así lo hice marqué el 061 y después de tener que insistir de que la situación era realmente grave, si fuera un infarto no hubiera tenido que insistir, enviaron a una ambulancia a Pl. Madre de Dios donde vivo aquí en Jerez.

Antes de continuar el relato me gustaría comentar que las urgencias psiquiátricas deben atenderse de forma distinta a las urgencias de otras patologías. Cuando un paciente que sufre una urgencia psiquiátrica no se le intuba inmediatamente como hay que hacer con otros pacientes. La herramienta fundamental en una atención psiquiátrica es la palabra que requiere tiempo y tranquilidad. Y, en ocasiones, una urgencia psiquiátrica puede resolverse sin la administración de psicofármacos.

Hoy ha venido un “médico” a mi casa, como comenté antes, y lo primero que me ha dicho ha sido: “¿Quién es el malo?” A lo que yo le he contestado: “Aquí no ha nadie malo, aquí hay un enfermo”. Cuando he intentado explicarle mi caso no me ha dejado decir una sola frase. Me ha espetado: “Yo vengo a salvar vidas” voy a ponerte un psicofármaco. Ante esta actitud le he pedido que se identificara pero se mofó de mí. Le pedí que me escuchara y me dijo: “Voy a llamar a la policía”. Y al salir por la puerta me dijo que me iba a poner en la base de datos para que no vinieran más a atenderme.

Me parece que este tipo de profesionales que chulean, que desprecian, que ningunea, que maltratan, que agreden sin compasión a los enfermos mentales deberían ser expedientados y despedidos. Todos los ciudadanos pagamos su trabajo con nuestros impuestos por lo que merecen el desprecio de su familia, de sus vecinos, de sus amigos y del conjunto de los jerezanos.

Ramón Salido Suárez.