Entre el 19 y 21 de noviembre próximo  se celebrará en Lisboa una cumbre de la OTAN, la cual contará con la  presencia del más conocido de sus líderes: Obama.
Los objetivos de la cumbre son la adopción de un nuevo  concepto estratégico -el séptimo desde la creación de la OTAN- y con  ello, ratificar las prácticas sostenidas los últimos años, especialmente  en Afganistán y Somalia; definir con mayor precisión su acción para los  próximos años, en particular sobre Irán; y garantizar la cohesión de  sus miembros dentro de la estricta obediencia a las determinaciones del  Pentágono.(...)
Los  instrumentos incluidos en este nuevo concepto son, entre otros, la  creciente militarización de los estados-miembros de la OTAN; el  fortalecimiento del esfuerzo militar, a pesar de la recesión y el  empobrecimiento de la gente de ambos lados del Atlántico; la  banalización del uso de la guerra como medio de control de los recursos  -especialmente la energía- y sus rutas de transporte; el desprecio por  la opinión pública defensora de los medios pacíficos de solución de  problemas internacionales; un retorno a la amenaza nucle
ar; y la  creciente expansión de su área de intervención.
Nunca el esfuerzo de guerra llevado a cabo por los  gobiernos de los países de la OTAN demostró ser tan inadecuado a las  verdaderas amenazas militares que se centran en estos países. No resulta  extraño si tenemos en cuenta las dificultades de la gente: el  desempleo, la congelación de los salarios, el aumento de la edad de  jubilación y la reducción del acceso a salud y a apoyo social.

El gobierno portugués ha calificado a los que cuestionan  la OTAN, a su actividad y a su existencia como delincuentes y se  prepara un verdadero estado de sitio y la suspensión de las libertades y  garantías existentes en las sociedades democráticas.
En este marco, una amplia coalición de organizaciones  ciudadanas tanto de los países pertenecientes a la OTAN como de otros,  decidió converger en Lisboa durante la cumbre para expresar su protesta  ante la cámara de los señores de la guerra, a pesar de la amenaza del  gobierno portugués simple eco de las voces de mando de Washington y  Bruselas.