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Territorio mapuche en pie de guerra

Y el festín represivo y desinformativo de los esbirros del poder (La historia de nunca acabar).
 
 
 
Hemos sido testigos, una vez más, del brutal accionar represivo de los dispositivos policíaco-militares del opresor y colonialista Estado chile­no en la región de la Araucanía, así como de la manipulación de la información descarada por parte de los medios de comunicación burgueses, los cuales no sólo han “criminalizado” insistente­mente la lucha de los comuneros mapuche de la localidad autónoma de Temucuicui, llamándolos “terroristas”, sino que también han apoyado el resguardo de la propiedad privada (empresarial-forestal) a través de la militarización estatal, al mismo tiempo que han legitimado los constantes y brutales allanamientos policiales e ilegales, que han dejado como saldo niños, mujeres, ancianos mapuche golpeados, torturados, heridos y balea­dos. Sólo a modo de ejemplo citaremos dos de los casos -de una larga lista- denunciados por la Alianza Territorial Mapuche ilustrativos en este sentido. El del menor Felipe Marillán Morales, de 10 años, internado en el centro asistencial de Victoria, quien fue herido cuando se encontraba buscando sus animales en las cercanías del fun­do del oligarca y fascista René Urban, protegido por sicarios pagados. Y el de Pablo Catrillanca Quiepul, hijo del ñizol longko Juan Catrillanca An­tín, quien fue baleado por la policía en la espalda y en el ojo izquierdo (el que está a punto de per­der) (1) . No menos brutal fue la aprehensión, en la comunidad Rofue del territorio de Maquehue, del menor mapuche de 14 años identificado con las iniciales F.P.M., cuando se encontraba recolec­tando hierbas para el machi Fidel Tranamil. Luego de ser herido por perdigonazos desde un helicóp­tero policial, y de que el menor intentara huir, los perros policiales lo detuvieron y los trasladaron a Vilcún. En el helicóptero, tras torturarlo para que identificara a weichafes mapuche, amenazaron con lanzarlo desde los aires, si no reconocía que participaba en la toma de un fundo (2).
Y es que tras el asesinato del comunero, Jaime Mendoza Collío -en el violento desalojo del fundo San Sebastián de Angol- se ha producido una in­tensificación del conflicto entre el Estado chileno y el pueblo mapuche, del cual la prensa burguesa ha hecho un gran festín desinformativo, omitien­do los 500 años de explotación y colonización for­zada a los que han sido sometidos por el imperio español (XVI-XVIII), en un primer momento, y por el Estado-nación chileno, desde su conformación (en el siglo XIX) hasta el día de hoy, tergiversando al unísono la lucha actual, creando confusión y desconcierto en la ya desinformada y prejuiciosa “ciudadanía chilena”.
Por su parte, los autoritarios burócratas del Estado burgués, alineándose con las fuerzas re­presivas y apoyados por los esbirros de las comu­nicaciones, han negado -y era de esperar- cínica y sistemáticamente los abusos vejatorios a los que han sido sometidos los mapuche tras los sucesivos allanamientos y operativos policíaco-represivos (así como los perpetrados por la pan­dilla paramilitar proto-fascista Trizano), mientras los hechos -que no tienen obviamente cabida en los medios burgueses, salvo cuando son innega­bles- demuestran precisamente lo contrario. Las imágenes de la brutal aprehensión y golpiza de Carlos Curinao, hijo del longko Juan Carlos Curi­nao de la comunidad Guañaco Millao, en el fron­tis del Juzgado de Garantía de la ciudad de Vic­toria (véase el video en: http://www.youtube.com/watch?v=MmdWyO29irc), quien junto a su padre y un grupo de comuneros mapuche exigía informa­ción acerca de sus compañeros detenidos por su supuesta participación en un ataque incendiario a un camión (¿montaje?) confirman el accionar racista y desmedido de las fuerzas policiales en la zona, quienes operan en complicidad con las au­toridades locales y capitalinas (y de grupos para­militares), protegiendo y resguardando el orden burgués capitalista.
Desde que las comunidades mapuche auto­nomistas decidieron movilizarse -a fines de ju­nio- en pos de la recuperación de sus ancestrales territorios, la violenta arremetida policial-militar y comunicacional burguesa no ha cesado hasta el día de hoy. Ante los hechos, la estrategia del concertacionista gobierno de turno (más preocu­pado de perder sus prebendas electorales frente a un inminente triunfo de la derecha) es simple y evidente: tensionar las relaciones entre las par­tes, incitando mediante la provocación criminal a las comunidades mapuche de Temucuicui a de­fenderse legítimamente frente a las agresiones de los aparatos represores del Estado chileno. De esta cobarde forma apuesta por la criminali­zación “legal” de la lucha mapuche desviando, a través de la manipulación, y centrando el foco de atención de la “opinión pública” en los descon­textualizados “actos violentistas”, evitando de este modo, responder ante los foros nacionales e internacionales en donde dirigentes mapuche desesperada -y también ingenuamente- han realizado acusaciones formales, denunciando los excesos policiales. Para tal efecto, y así lo he­mos podido comprobar, ha contado con el apo­yo irrestricto de la prensa burguesa, la cual no ha escatimado en recursos (ya que es muy bien pagada) a la hora de hacer circular imágenes de “terroristas mapuches” (cada vez de menor edad arguyen maliciosamente) encapuchados agre­diendo a los perros guardianes del capital con sus justicieras boleadoras. Pero eso no es todo, ya que el gobierno ha anunciando en los últimos días la implementación de cámaras de vigilancia en las carreteras de la Araucanía para resguardar sin ningún disimulo -en realidad nunca lo ha disi­mulado- las propiedades de los avaros y racistas terratenientes de la zona.
Como podemos ver, la desinformación malin­tencionada y el amedrentamiento han sido los dos principales métodos criminales utilizados por el Estado chileno para hacer frente a las moviliza­ciones indígenas, apostando (cual torturador) por la política de la “zanahoria y el garrote”. Mientras por una parte ha anunciado a los cuatro vientos la entrega de tierras a los mapuches (“buenos” y sumisos) mediante la parasitaria Corporación Nacional de Desarrollo Indígena (CONADI), por otra, asedia y violenta constantemente a las comunidades más combativas que niegan al Es­tado chileno -especialmente a la de Temucuicui- sembrando el terror y el desconcierto no sólo al interior de las comunidades, sino también en la población “chilena” que deslegitima la lucha a través de frases racistas (fruto de la educación formal) como la siguiente: “¿para qué les dan tie­rras a los ‘indios’, si no las trabajan porque son flojos y borrachos?”.
Pero la desinformación pública no sólo ha sido sembrada a través de políticas paternalistas im­plementadas por el opresor aparato estatal, que por lo demás no apuntan a la situación de fondo -la autonomía territorial- sino también a través de atentados incendiarios perpetrados por agen­tes policiales, que han tenido como finalidad cul­par a los mapuche insumisos y legitimar de paso (a nivel de la opinión pública) los ilegales allana­mientos en las comunidades. No hay que olvidar, ya que la memoria es frágil, que hace poco tiempo gracias a unas cámaras de vigilancia (de esas que protegen la propiedad privada y el orden social) se puso en evidencia un MONTAJE POLICIAL que pretendía culpar a comuneros mapuche de robo de madera, propiedad de la siniestra Forestal Arauco, también en un contexto de agudización del conflicto indígena contra el Estado chileno. Al igual que en la dictadura genocida de Perrochet, organizada y planificadamente la policía (esa que financia usted señora y señor con el pago de sus impuestos) comete inmorales ilícitos para culpar a los mapuche en pie de guerra y acusarlos de “delitos comunes”, deslegitimando sus acciones insurgentes.
Es de esperar que las manifestaciones de solida­ridad -de esas que omite la prensa burguesa- con la lucha mapuche no cesen. Que se multipliquen en todos los espacios las marchas, mítines, foros de discusión, tokatas, y por sobre todo, la contra información que es imprescindible para desmon­tar las malintencionadas tretas del poder que sólo benefician a los terratenientes ladrones y asesinos. A final de cuentas la lucha mapuche, al igual que la de los libertarios, es una lucha con­tra el capital y el Estado. Para el poder, sólo ha cambiado el chivo expiatorio, y en muy poco tiem­po, ayer eran anarquistas, hoy son los mapuches. Solidaridad Activa!
 
NINGUNA AGRESIÓN SIN RESPUESTA
¡LIBERTAD A LOS PRESOS POLÍTICOS
MAPUCHE!
 
Referencias:
 
(1). http://www.mapuexpress.net/?act=news&id=4850
(2). http://www.mapuexpress.net/?act=news&id=4773
 
Autor: (A)pache
Publicado en: EL SURCO, Nº 9, noviembre de 2009, Santiago, Chile.
 
Prensa Anarquista, lo mejor del periodismo libertario latinoamericano:
 
http://prensaanarquista.blogspot.com/

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