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“Reclaim the networks: Soberanía tecnológica para redes sociales”

 

Gobiernos del Mundo Industrial, vosotros, cansados gigantes de carne y acero, vengo del Ciberespacio, el nuevo hogar de la Mente. En nombre del futuro, os pido en el pasado que nos dejéis en paz. No sois bienvenidos entre nosotros. No ejercéis ninguna soberanía sobre el lugar donde nos reunimos”.1

 

Este artículo aborda las limitaciones y riesgos asociados al uso de redes sociales en Internet de naturaleza comercial para apuntar hacia la necesidad de desarrollar y autogestionar alternativas libres pensadas por y para la sociedad civil.

 

La Web 2.0 es el resultado de una acumulación de cambios técnicos y sociales (nuevos estándares, servicios y nuevas formas de apropiarse de ellos) en las maneras de intercambiar datos y comunicarse en Internet. Donde la Web 1.0 habilitó las condiciones para la producción y consumo de información, la Web 2.02 estableció las bases para compartir conocimiento a través de canales más interactivos, facilitando la publicación e intercambio de datos así como rebajando los niveles de accesibilidad y usabilidad de las herramientas previstas a tales efectos.

 

El mundo de las aplicaciones 2.0 es el de los blogs y microblogs, los contenidos sindicados, las folksonomías y el etiquetado colectivo y los servicios donde se alojan, comparten y comentan fotos, vídeos, textos, bibliografías o enlaces. En él surgen los Servicios de Redes sociales en Internet (SRI) como Facebook, Myspace, Tuenti y muchos más3. Un estudio reciente4 estima que el 72% del total de personas usuarias de Internet (unas 940 millones) tienen al menos un perfil abierto en algún SRI. Facebook, con 540 millones de usuarias, es la red social en Internet más transitada5.

 

Los SRI han sido definidos como servicios basados en Internet que permiten a una persona construir un perfil público o semi-público dentro de un sistema interrelacionado, articular una lista de otras usuarias con quienes comparten una conexión, ver y revisar su lista de contactos y las realizadas por otras dentro del sistema compartido6. Su uso requiere generalmente proveer datos personales e involucrarse dentro de un proceso constante de gestión de identidad en línea. Hacer red social en Internet se puede definir por lo tanto como la capacidad de establecer redes de contacto basadas en la curiosidad, el soporte y/o la solidaridad mutua, todo ello a través de la activación de vínculos fuertes (amistades y familia) y vínculos débiles (conocidos, relaciones profesionales, amigos de amigos u otras relaciones mas superficiales basadas en interés, pasión o gusto en común). Estos vínculos pueden ser visualizados por al menos una parte de los contactos que usan el mismo servicio.

 

Hasta ahora la mayor parte de los SRI se han caracterizado por la imposibilidad de comunicarse entre ellos. Si estás en Facebook no puedes intercambiar datos con gente en MySpace o en Tuenti y viceversa. Esto es el resultado de las políticas de desarrollo aplicadas por las empresas comerciales de la Web 2.0, que en lugar de facilitar la interoperabilidad entre sus servicios prefieren encerrar a sus usuarias dentro de guetos digitales definidos como nichos. El objetivo es obligarnos a elegir un servicio u otro para aumentar sus niveles de masa critica (estoy en Facebook no porque me guste sino porque toda la gente que conozco está allí) y reducir nuestra autonomía volviéndonos dependientes de su servicio, con el que hemos firmado un contrato en forma de fluctuantes y opacos términos de uso. Cuanto más exclusivos sean los datos que hemos ido creando y compartiendo y más difícil sea exportarlos o recuperarlos, más valor tendrá un SRI.

 

Estos guetos digitales creados por los SRI comerciales constituyen una vulneración de uno de los principios fundamentales de la arquitectura de Internet: su neutralidad. En efecto, una red neutral no puede tener restricciones en el equipamiento con el que puede ser usada ni en los modos de comunicación, los contenidos ni los sitios permitidos7. Este principio es lo que permite que todo el mundo pueda conectarse a Internet y acceder a cualquier dato independientemente del tipo de ordenador, software, navegador o proveedor del que disponga. Con las SRI ha dejado de aplicarse, ya que para poder acceder a los datos producidos por esas redes normalmente es necesario darse de alta en ellas, conectarse a través de sus aplicaciones y aceptar que los datos se alojen en los servidores de estas compañías. Como nos recuerda Tim Berners-Lee, el padre de la World Wide Web, “Facebook, LinkedIn, Friendster y los demás suelen generar valor mediante la captura de información al entrar en ellas: su cumpleaños, su dirección de e-mail, sus gustos, y los enlaces que indican quién es amigo de quién. Estos sitios transforman estos datos en valiosas bases de datos y reutilizan esa información para proporcionar servicios de valor añadido pero sólo dentro de sus propios sitios. Una vez que ingrese sus datos en uno de estos servicios, usted no puede usarlos en otro sitio8”.

 

Darse de alta en los SRI comerciales significa por lo tanto mermar poco a poco la neutralidad de la red así como aceptar exponerse a la minería de datos (data mining) que practican estas empresas para extraer una plusvalía económica. Richard Stallman, creador del copyleft y la Free Software Foundation, se refiere a la Web 2.0 como a “una campaña de marketing hiperbólica” y a su uso como un gesto estúpido que supone renunciar al control de nuestros datos. Por su parte, el colectivo Ippolita habla de “la más potente arma de distracción masiva jamás inventada” y describe “un impulso incontenible de publicar, etiquetar, comentar o enlazar imágenes, vídeos, tweets, SMS, suyos propios o de sus amigxs, en el vasto océano de las redes sociales”. En la Web Social, “lxs usuarixs están contentísimxs y emocionadísimxs por tener sobre su mesa y en sus bolsillos el más moderno y caro dispositivo de autocotilleo, que está siempre conectado y tiene GPS integrado. Gracias a él pronto podrán ir de compras y dejarse la tarjeta de crédito en casa y quienes deben saberlo sabrán en efecto qué nos gusta, dónde estamos, qué compramos, qué estamos haciendo, con quién. O lo que sea9”.

 

Dicho de otro modo, nuestros datos y nuestras identidades electrónicas se transforman en preciadas mercancías con las cuales estas empresas generan dinero a través de una sofisticación de la publicidad personalizada e invasiva, cada vez más precisa y sabedora de quiénes somos, con quienes nos relacionamos, qué nos gusta y qué ambicionamos y más capaz de mostrárnoslo en el momento preciso. Para conseguir tales metas se viene desarrollando un minucioso trabajo previo para que nos desresponsabilicemos de nuestras identidades electrónicas, aceptemos la delegación a terceros de nuestros datos como la única opción posible y abandonemos nuestra privacidad y memoria a gestiones ajenas.

 

La mayoría de redes sociales comerciales estimulan un conjunto de prácticas dañinas a tal efecto. Nos referimos a niveles de seguridad bajos, nulos o irregulares dentro de los SRI, que hace posible la inquietante minería de datos llevada a cabo sistemáticamente por individuos, empresas y gobiernos. Los términos de uso y la propia configuración de las aplicaciones de los SRI fomentan la paradoja de la privacidad, que consiste en que la mayoría de las personas dicen estar preocupadas por la confidencialidad de sus datos pero no toman medidas para protegerlos porque prefieren no comprometer su notoriedad pública o no saben cómo hacerlo. En la Web Social prevalecen las restricciones de derechos de autor, se limita la libertad de expresión por motivos aleatorios y poco honestos con sus usuarias y se practica censura moral dudosa 10. Además, se incurre continuamente en la privatización de la inteligencia y la memoria colectiva, no sólo por numerosos casos en los que servicios gratuitos se vuelven de pago tras años alimentándose de las contribuciones de las usuarias, sino porque el modelo de negocio se basa siempre en rentabilizarlas de alguna u otra manera. Por último, estas decisiones sobre nuestros datos se toman de manera unilateral e irrevocable, sin que existan mecanismos de participación directa de la comunidad en el desarrollo y gestión de las aplicaciones.

 

Cabe por lo tanto preguntarse qué soluciones y alternativas se están trabajando por parte de las personas más afectadas por estos problemas: nosotras, la sociedad civil. Definimos ésta como el conjunto de ciudadanas y colectivos cuyas acciones individuales y colectivas intentan cubrir deseos y necesidades a través del fomento de la transformación social y política. Estas acciones no están motivadas por el ánimo de lucro y tratan ceñirse a imperativos de responsabilidad social, transparencia e interactividad, por lo que se refuerzan los mecanismos de confianza que se puede depositar en ellas y crean y mueven conocimiento experto informal.

 

La sociedad civil y las Tecnologías para la Información y la Comunicación (TIC) conforman un dúo dinámico. Para poder contrarrestar ciertas contingencias propias de los movimientos como son la paradoja de la acción colectiva, las estructuras de oportunidades políticas desfavorables y la escasa movilización de recursos, la sociedad civil siempre ha desarrollado usos tácticos de las TIC y los medios de comunicación en general. Estos usos engloban proveer servicios y soluciones a usuarias finales; hacer campaña para visibilizar luchas, acciones, alternativas; colectar fondos y desarrollar mecanismos de involucramiento de voluntariado; documentar procesos para generar memoria colectiva, facilitar el trasvase conocimiento así como ayudar en el acceso de todas a la información; mejorar la administración y organización interna del colectivo; mejorar canales de interacción y fomentar la transparencia e interacción con instituciones y otros agentes. También incluyen el desarrollo de dinámicas de innovación social e inteligencia colectiva como pueden ser las cooperativas, las bibliotecas públicas, el carsharing, los microcréditos, el copyleft o bases de datos como la Wikipedia, para citar sólo algunos de sus ejemplos más destacados.

 

Pero la sociedad civil no se ha limitado nunca al uso pasivo de herramientas tecnológicas desarrolladas por otros (es decir, dos hombres blancos y ricos llamados Bill Gates y Steve Jobs, por ejemplo), sino que siempre ha contribuido al diseño y desarrollo de sus propias herramientas tecnopolíticas fomentando así su propia “soberanía tecnológica”: desde radios y televisiones comunitarias, el lanzamiento en órbita del primer satélite no militar11, la invención del software libre y las licencias libres hasta el primer portal de noticias con sistema de publicación abierta y anónima, habilitado por la red Indymedia en 1999.

No obstante, y en lo que se refiere al desarrollo de SRI libres, no encontramos apenas ninguna alternativa viable, a falta de algunas excepciones que pasamos a detallar más adelante, hasta al menos 2008. Puede que este retraso frente al desarrollo de la Web Social comercial tuviera que ver con una falta de recursos materiales y económicos - ¿cómo competir con la capacidad de alojamiento e innovación de Google o Facebook?- , con una falta de interés hacia lo que muchos consideraron sólo como un fenómeno de moda para adolescentes con poco potencial para la auto-organización de la sociedad civil, o con una incapacidad de los movimientos sociales por capitalizar e innovar a partir de unos presupuestos fundamentales que ellos mismos pusieron en practica dentro del ciberespacio: la participación, la horizontalidad y la inteligencia colectiva .

 

Fuesen cual fuesen los motivos, estos años de uso y experimentación con SRI han permitido a sus usuarias entender mejor sus posibilidades para la acción colectiva orientada hacia la transformación social y política y tomar posturas más críticas respecto a sus limitaciones (por ejemplo las varias campañas para “suicidarse” en Facebook que se han promovido a lo largo de 2010). Eso ha fomentado la emergencia de un panorama mucho más efervescente y activo en cuanto a desarrollo de SRI alternativos más o menos libres, más o menos pensadas para la sociedad civil y más o menos federadas e interoperables.

 

Estas circunstancias, junto con recientes cierres o retiradas de inversiones por la difusa rentabilidad económica de algunos servicios comerciales12, nos llevan a pensar que se está viviendo una transición desde la Web 2.0, de corte restrictivo y privativo, hacia la Web Social federada, dónde todas las que quieran pueden jugar porque es libre y descentralizada. Si se desarrolla según los principios del movimiento del software libre, podría resultar tremendamente poderosa para devolver a las usuarias de SRI su autonomía, libertad y el control total de sus datos en Internet. De esta manera se aseguraría que la neutralidad de la red no pueda ser puesta entredicho y revertida en el provecho de unas cuantas multinacionales.

En una Web Social libre federada las usuarias pueden elegir dónde y cómo van a guardar sus datos y cuáles, cómo y con quién compartirlos, al mismo tiempo que son capaces de comunicarse con la gente que elige otro servidor u otro SRI. Se basa en un conjunto de protocolos y estándares que permiten la interoperabilidad entre aplicaciones y plataformas. Para tomar un ejemplo, el correo electrónico es una aplicación federada: su lógica implica que se pueda escribir y recibir mensajes entre todas las cuentas de correo, aunque estén en otro servidor o se utilicen distintas aplicaciones para leerlos.

 

Para citar algunas de las iniciativas más estables que ofrecen alternativas de redes sociales libres contamos con Pinax, Elgg, Cyn.In, Buddypress, OpenCollab, StatusNet, Smob y próximamente Diaspora. Otra interesante iniciativa para compartir enlaces de manera federada y usando como base los correos electrónicos es Socialbar, definido como “social browsing without big brother” y desarrollada por el colectivo Mr.Privacy en la universidad Stanford. El consorcio W3C13 también ha anunciado el pasado 15 de diciembre 2010 el lanzamiento de una incubadora en relación con la Web social federada cuya actividad buscará proporcionar un conjunto de especificaciones impulsadas por la comunidad así como una serie de pruebas para el desarrollo de la web social federada.

 

En cuanto a iniciativas pensadas desde y para los movimientos sociales existe Crabgrass, una de las SRI más antiguas enfocadas a la colaboración entre colectivos y desarrollada por Riseup, un colectivo autónomo de activistas para la provisión de infraestructuras comunicacionales alternativas. Encontramos también el proyecto Gnu Social, que agrupa desarrolladoras de software libre con el objetivo de crear una red social descentralizada instalable en servidores propios. Finalmente está Lorea, que pasamos a explicar más en detalle.

 

Lorea es un proyecto promovido por un colectivo informal nacido en 2009 formado por personas preocupadas por la seguridad y la privacidad en la era de la vigilancia, el control y la minería de datos. El equipo de desarrollo incluye un ejército de hadas compuesta por desarrolladoras y hacktivistas. Lorea es un semillero de redes sociales libres y seguras dentro del cual están naciendo redes sociales federadas y autogestionadas. Son redes libres porque se basan íntegramente en software libre y porque fomentan la libertad de sus habitantes así como la auto-organización de la sociedad civil. Para ello Lorea implementa y desarrolla herramientas pensadas para facilitar la colaboración entre las personas, el trabajo en red, la difusión y la generación de memoria colectiva (wikis, blogs, calendarios, gestor de tareas, listas de correo, microblogging, etc) de manera segura y soberana.

 

El punto de partida de Lorea es Elgg, el software libre para redes sociales más popular, pero en lugar de limitarse a ofrecer servidores en los que corra, investiga en protocolos de federación. La defensa de la neutralidad de la red como principio fundamental de su arquitectura y la búsqueda de distribución y descentralización responde al deseo de tumbar los muros del panóptico 2.0 para salir del gueto.

Estas redes son autogestionadas porque Lorea es un proyecto sin ánimo de lucro, independiente, abierto y autosuficiente. No hablamos de “usuarias” sino de habitantes porque se prefiere un habitar consciente en lugar de una simple relación clientelar y pasiva. Estas participan activamente en su diseño, desarrollo y mantenimiento, trabajando en implementar los protocolos de federación, desarrollando código, manteniendo servidores seguros, cazando errores, traduciendo las interfaces a distintos idiomas, probando su usabilidad, documentando su desarrollo o llevando a cabo actividades de difusión, ayuda o bienvenida a nuevas habitantes. Detrás de Lorea no hay ninguna institución ni asociación formalizada, sino una comunidad de habitantes.

 

En Lorea se valora mucho la seguridad y privacidad. Por ello se trabaja activamente en la protección de los datos, encaminándose a la creación de una red de servidores policentríca de naturaleza peer-to-peer. También se apuesta firmemente para la implementación de tecnologías como el GPG (GNU Privacy Guard), que permite que los contenidos que circulan por sus redes sean encriptados y sólo puedan ser leídos por aquellas q quienes van dirigidos. Junto con un sistema de niveles de visibilidad escalables, buscan crear círculos de confianza y hacen posible la gestión de identidades múltiples.

Además, la comunidad de habitantes de Lorea trabaja en la normalización de prácticas conscientes y respetuosas con la seguridad y privacidad propias y ajenas. Desde la documentación del proyecto siempre se recuerda que la privacidad dentro de una SRI es una noción ambigua: “no exijas lo imposible, no expongas cosas cuando tengas dudas respecto a publicarlas, piensa siempre en cómo lo que publicas pueda afectar la privacidad de otras personas y no hagas nada que no quisieras que te hicieran. Recomendamos a nuestrxs habitantes ser responsables e imaginativxs y utilizar todas aquellas medidas que crean necesarias para mantener su privacidad intacta. Recuerda: el Gran Hermano te vigila.”

 

Esta última frase podría ser una respuesta a la actitud de Mark Zuckerberg, creador y cabeza pensante de Facebook, que ha evidenciado su cercanía ideológica con 1984 al declarar que “la era de la privacidad ha acabado” y que “tener dos identidades es una falta de honestidad”. Por estas dos máximas parece guiarse su SRI, en el que es obligatorio identificarse con nombre y apellidos reales y las opciones de privacidad cada vez son más laxas por defecto y más difíciles de configurar en sentido contrario14. Declaraciones inquietantes por parte del CEO de una red social comercial que se ha transformado virtualmente en el tercer país más poblado del mundo, lo que nos da una idea del alcance de su poder. ¿Será por ello que Zuckerberg ha sido elegido persona del año 2010 por la revista Time? ¿O será porque quien iba ganando las votaciones de las lectores era Julian Assange pero el poder ha preferido premiar la concepción de la privacidad y transparencia promovida por Facebook que la de Wikileaks?

 

En cierto modo, los acontecimientos surgidos alrededor de las filtraciones de Wikileaks han explicitado la guerra que se está librando desde hace años para el control y gobernancia de Internet. Nos han dado la razón a quienes hemos sido tradicionalmente tachadas de desconfiadas y paranoicas, quienes no conseguíamos ver en Google a un gigante bueno y amable, ni a Myspace como una plataforma para dar libertad a las creadores musicales, ni a Facebook como una respuesta a nuestras necesidades sociales. La expulsión o rechazo de Wikileaks por parte de Amazon, Paypal y otros servicios comerciales en Internet, que han cedido a presiones del gobierno de EEUU, ha mostrado como las empresas están dispuestas a comprometer sus intereses por defender nuestras libertades de expresión y acceso a la información. Wikileaks ha contribuido a revelar el caso conocido como Sindegate15. Sus filtraciones demuestran como EEUU y grandes monopolios industriales relacionados con la propiedad intelectual han presionado al gobierno español para que desarrolle la llamada “Ley Sinde”, que crea un mecanismo de censura extrajudicial para salvaguardar el copyright pasando por alto las mínimas normas democráticas.

 

En un bando están los grupos mediáticos, los lobbies del capital financiero y los gobiernos, y por el otro lado estamos la sociedad civil, nosotras, luchando para mantener la independencia, la libertad y neutralidad de Internet. Como siempre, el aspecto más positivo residirá en que estos ataques reiterados de la industria, gobiernos y otros dinosaurios moribundos estimularán la capacidad de la sociedad civil para innovar, desarrollar y reinventar sus herramientas de comunicación para que sean más libres, seguras y, esperamos, federadas. Puede que haya vuelto el momento de releer 1984 y la “Declaración de Independencia del Ciberespacio” y sopesar con atención como vamos a involucrarnos activamente en la recuperación de nuestra soberanía tecnológica en Internet, en las redes sociales y en nuestras vidas.

1 John Perry Barlow, “Declaración de Independencia del Ciberespacio”. Davos, Suiza, 1996.

4 Insites Consulting, marzo de 2010, http://www.insites.eu/

5 Social Media 3Q Update, “Who Uses Facebook, Twitter, LinkedIn, & MySpace?”, octubre de 2010

6 Boyd y Ellison, “"Social Network Sites: Definition, History, and Scholarship", Journal of Computer-Mediated Communication 13, 2007

9 Colectivo Ippolita, “La situación de los medios sociales”, traducción en https://n-1.cc/pg/blog/n1crew/read/34506/la-situacin-de-los-medios-sociales-por-el-colectivo-ippolita

10 Como nos recuerda la compañera Lilia Vilafuerte, que está desarrollando un interesantísimo proyecto de red social pensada para personas autistas (Aruland), Facebook es por ejemplo un sistema social cuya regulación se basa en la delación descentralizada. Los administradores de Facebook cierran perfiles y páginas de manera unilateral, sin consultar a quien las haya creado, respondiendo a un medidor estadístico de la cantidad de denuncias que recibe. Quienes denuncian estos contenidos suelen por tanto ser los contactos de la persona cuya perfil es denunciado. Respecto a la censura moral, han trascendido casos en los que se han borrado perfiles con fotografías de mujeres dando el pecho, de homosexuales que convocaban una besada aprovechando una visita del papa, etc.

11 “Un grupo de entusiastas radioaficionados agrupados en una organización llamada OSCAR ASSOCIATION con Sede en el estado de California, EEUU, inició el diseño y construcción del primer satélite no gubernamental, llamado OSCAR-1 (OSCAR por Orbiting Satellite Carryng Amateur Radio), el que fue lanzado al espacio por NASA el 12 de Diciembre de 1961”, fuente: http://www.qsl.net/xe2nat/historia.htm.

12 Ejemplos en dos de los SRI más populares: mientras Yahoo! anuncia su salida de Delicious por falta de rentabilidad económica, Twitter sigue tratando de inventar mecanismos para generar ingresos sin aparentemente demasiado éxito.

13 El World Wide Web Consortium (W3C) es una comunidad internacional que desarrolla estándares que aseguran el crecimiento de la Web a largo plazo. http://www.w3.org/

14 Ver “The Evolution of Privacy in Facebook” en http://mattmckeon.com/facebook-privacy/

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