15M: Apuntes sobre un movimiento en marcha (Rojo y Negro, Nº 248)
Reportaje sobre el 15M en el periódico Rojo y Negro de la CGT (Nº 248, páginas 16-19 en pdf aquí: http://www.rojoynegro.info/sites/default/files/248_RyN_julioagosto_11%20web.pdf).
Jose Candón
Convocados por la Plataforma Democracia Real Ya!, miles de personas se manifestaron el pasado 15 de mayo en más de 60 ciudades de todo el estado. Nacía el movimiento del 15M o de los indignados que desde entonces ha revolucionado el panoráma político. Más de tres meses antes activistas sociales y jóvenes sin experiencia política previa creaban en la red social Facebook la “Plataforma de coordinación de grupos pro-movilización ciudadana” con la intención de hacer confluir las luchas dispersas que se estaban desarrollando en la calle y en la Red contra la crisis económica y el sistema político en general.
Movimientos “virtuales” como Anonymous o #nolesvotes y grupos más “reales” como Juventud sin Futuro o ATTAC se coordinan en la Plataforma que lanza la convocatoria para el 15 de Mayo bajo el lema “No somos mercancías en manos de políticos y banqueros”. Haciendo un brillante uso de Internet la cita alcanza una gran difusión y el 15 de mayo las manifestaciones superan cualquier expectativa. El entusiasmo hace que el movimiento se desborde más allá de la convocatoria inicial y surgen acampadas en las principales ciudades que mantendrán en vilo a las autoridades en un masivo ejercicio de desobediencia civil no violenta ante la absurda prohibición de la Junta Electoral Central. El 15M entra en la campaña de las elecciones locales y autonómicas como un elefante en una cacharrería, pero lejos de acabar tras las votaciones como esperaban y deseaban los representantes de la clase política, mediática y económica, el 15M demuestra que va mucho más allá del proceso electoral y que lo que exige son cambios profundos en el sistema político y económico.
Antecedentes: Tanteando la respuesta social
La protesta del 15 de mayo se encuadra en el ciclo de movilización que de forma lenta pero constante responde a las consecuencias de la crisis económica mundial. En Europa, destacan las revueltas en Francia, Grecia, Portugal o el Reino Unido y especialmente en Islandia, donde la rebelión cívica del pueblo es la única que logra éxitos concretos, lo que convertirá al movimiento islandes en uno de los referentes principales del 15M. En el mundo árabe, tras la revuelta de Túnez, se inicia un ciclo de protesta en la región que alcanza a Egipto, Marruecos, Libia, Bahrein, Siria, Yemen, etc. Movilizaciones que comienzan como revueltas del pan pero que evolucionan hacia un movimiento que reclama libertad, democracia y, por supuesto, justicia social. Exitos como los de Túnez y Egipto animan al movimiento español y las acampadas se inspiran directamente en la toma de la plaza Tahrir en el Cairo.
En el contexto español la respuesta a la crisis se hace esperar. El movimiento por la vivienda, intimamente relacionado con la burbuja inmobiliaria causante de la crisis económica, había perdido fuerza cuando estalla la crisis en 2008, precisamente en el momento en el que los acontecimientos refuerzan las ideas, denuncias y propuestas del mismo. Sin embargo su influencia es clave tanto por el uso de la Red como por la creación de estructuras organizativas que, como la Plataforma de Afectados por la Hipoteca, cobrarán un nuevo protagonismo al amparo del 15M.
Al margen de movilizaciones menores, locales o sectoriales, la crisis y los recortes sociales provocan una tímida respuesta social. El hecho de que el gobierno lo ocupe un partido socioliberal como el PSOE, ante el que muchos ciudanos no perciben otra alternativa viable a corto plazo que el PP con un programa liberal y conservador muy similar o aún más brusco en materia de recortes sociales, supone un cierre en la esfera política que limita la capacidad de respuesta institucional. Los sindicatos mayoritarios CCOO y UGT, las únicas organizaciones capaces de encauzar el descontento ante la falta de una alternativa política, fracasan en este papel aferrándose al seguidismo de la política del gobierno y anteponiendo el pacto y la negociación a la movilización. Los sindicatos combativos, como la CGT, se muestran también incapaces de articular una respuesta a pesar de su convencimiento sobre la urgencia de la misma. Sólo ante la brusca reforma del sistema de pensiones, cuando las críticas de la opinión pública afectan a las propias centrales sindicales mayoritarias, estas se deciden a convocar una huelga general seguida por CGT y otros sindicatos que se celebra en un clima de fuerte desprestigio de los propios sindicatos convocantes por la tardanza y timidez de su respuesta. A pesar de ello la huelga general alcanza un éxito considerable que desborda las previsiones y en la que se pone de manifiesto el descontento social.
Tras la huelga general se producen movilizaciones localizadas y por efectos y recortes concretos. Destaca en Andalucía la movilización de los funcionarios del gobierno regional contra los decretos de reordenación aprobados por la Junta o las protestas por los recortes en los servicios públicos en Murcia o Cataluña.
En cuanto a precedentes más cercanos al 15 de mayo destaca la movilización del colectivo “Juventud sin Futuro” que convoca una manifestación con notable éxito el 7 de abril en Madrid. Este colectivo surje de las asociaciones de estudiantes, especialmente en la Universidad Complutense, que ante la ineficacia de los partidos y sindicatos suponen uno de los últimos recursos organizativos clásicos para encauzar la movilización y que posteriormente se sumará a la convocatoria del 15 de mayo. Otro ejemplo de respuesta en la calle son las concentraciones ante los ayuntamientos de las principales ciudades que desde hacía meses organizaba el colectivo Estado de Malestar, que también confluirá en la organización del 15 de Mayo.
En definitiva, el 15M se inspira en las experiencias exitosas de luchas como la de Islandia, Túnez o Egipto que sirven para empoderar a la gente, pero aprende también de precedentes como el movimiento por la vivienda, las protestas contra el Plan Bolonia e incluso el altermundismo y tiene antecedentes más inmediatos en la lucha contra la ley Sinde y la iniciativa #nolesvotes, las protestas de Anonymous, Juventud sin Futuro o Estado de Malestar.
Contexto: las causas de la indignación
Las movilizaciones del 15 de Mayo se explican por la situación de descontento de la población, la llamada indignación. Entre las causas de este descontento se encuentran por una parte las consecuencias de la crisis económica y por otra el desprestigio de la clase política y las deficiencias democráticas.
En cuanto a la crisis económica, uno de los datos más relevantes son los 4,7 millones de parados, con una tasa de paro que duplica la media de la Unión Europea y un paro juvenil del 43%. También destaca la precariedad del empleo, con una alta tasa de temporalidad y bajos salarios. El mediático término de “mileurista” y lemas como “violencia es cobrar 600 euros”, “me sobre mes a final de sueldo” o “arriba las manos, esto es un contrato” reflejan esta situación de extrema precariedad.
Las medidas del gobierno, especialmente la reforma laboral que abarata el despido y la reforma de las pensiones que alarga la edad de jubilación y el tiempo de cotización, pero también la subida de impuestos como el IVA, la bajada de sueldos a los funcionarios, el recorte del gasto público o la privatización de las cajas de ahorro y de empresas estatales, hacen crecer el descontento tanto por la dirección de las reformas que perjudican esencialmente a las clases trabajadoras como por su ineficacia ante la constante subida del paro y el contínuo estancamiento económico. Los beneficios de bancos y empresas a pesar de la crisis y las ayudas estatales al sector bancario aumentan el sentimiento de agravio de la población. Las promesas de medidas redistributivas como el impuesto a las grandes fortunas, la eliminación de las SICAV y de los paraísos fiscales o que se permita la dación en pago de las viviendas para cancelar las hipotecas quedan en el aire.
Entre la población aumenta la percepción de que las consecuencias de la crisis recaen únicamente entre las clases populares mientras que la banca, las empresas y las grandes fortunas son los auténticos responsables de la situación y, lejos de sufrir sus consecuencias, mantienen e incluso ven aumentados sus beneficios. El grito de “No es una crisis, es una estafa” refleja este sentimiento.
Respecto al desprestigio de la clase política la crisis económica no hace más que acentuar una tendencia general que viene de lejos. Acentúa esta tendencia la constatación de que las medidas contra la crisis se presentan como inevitables y son puestas en práctica por todos los gobiernos independientemente del color político. El “Consenso de Washington” y el pensamiento único neoliberal , lejos de ser cuestionados a consecuencia de la crisis económica, se ve reforzado aplicando lo que Naomi Kleim denomina la “doctrina del shok”. Así, lejos de las proclamas iniciales de “refundar el capitalismo” (Zarkozy), “hacer un paréntesis en el libre mercado” (Díaz Ferrán) o al menos impulsar medidas keynesianas, el shok de la crisis es aprovechado para acelerar el programa neoliberal impuesto gracias a la presión de los mercados internacionales, especialmente sobre los países más vulnerables de la Unión Europea como Grecia, Portugal, Irlanda o España a los que incluso se denigra con el término PIGS (iniciales de Portugal, Irlanda, Grecia y España y “cerdos” en inglés). La ciudadanía percibe la impotencia de oponerse a los fuertes recortes castigando a los partidos gobernantes, ya que el cambio de gobierno no cambia esencialmente la política económica. El ejemplo del Reino Unido tras el castigo al gobierno laborista y la llegada al poder de una colición de conservadores y liberales es paradigmático. Los liberales -que entran al gobierno por primera vez impulsados especialmente por jóvenes votantes- incumplen solo un mes más tarde su promesa electoral de no subir las tasas universitarias lo que desencadena fuertes protestas. A la inversa, el primer ministro griego cuando estalla la crisis, el conservador Konstantinos "Kostas", se ve obligado a convocar elecciones anticipadas en 2009 por las protestas sociales. En los comicios sale elegido el socialdemócrata Yorgos Papandreu que pondrá en marcha las reformas y recortes exigidas por la UE. Esta sensación de impotencia ante medidas que los propios gobiernos califican de impopulares se da también en España donde el gobierno socialista del PSOE abandona su tímida agenda social llevando a cabo un programa muy similar al propuesto por el partido conservador en la oposición, que critica los recortes mientras llama a impulsar reformas aún más profundas. La campaña “nolesvotes”, el uso del término “PPSOE” o grito de “PSOE, PP, la misma mierda es” ejemplifican el desencanto de la población hacia la clase política y el sistema bipartidista.
Al margen de las medidas económicas el descrédito de la clase política se acentúa por los numerosos casos de corrupción. Amparado por el boom inmobiliario se suceden los casos de corrupción urbanística que salpican a numerosos ayuntamientos siendo el Caso Malaya en Marbella el ejemplo paradigmático. Otros como el Caso Palau, Pletoria, Mercasevilla y especialmente el caso Gürtel y el de los ERE falsos minan la credibilidad de los partidos políticos y la sensación de una corrupción generalizada e independiente del color político, aunque especialmente grave en los partidos mayoritarios como PP, PSOE o CIU. “No hay pan, para tanto chorizo” será una de las consignas más populares del 15M.
La suspensión del juez Baltasar Garzón, entre otras causas por declararse competente en el juicio a los crímenes del franquismo, enfoca las críticas al sistema judicial y más generalmente al poceso de transición democrática. En el estado español la juventud actual se encuadra en una generación heredera, pero no protagonista, de esta transición. Un poceso político en gran parte mitificado y sobre el cual se fundamenta la legitimidad de las instituciones del Estado, pero que ha sufrido en los últimos años un proceso de revisión crítica, en particular por el movimiento por la recuperación de la memoria histórica, así como por un repunte del republicanismo y la crítica permanente desde los nacionalismos periféricos.
Dos hechos relacionados entre si y ligados a Internet, como la aprobación de la Ley Sinde y las revelaciones de Wikileaks, agravan este desencanto al poner de manifiiesto tanto la hipocresía de los gobernantes como la influecia del poder político sobre el judicial. La llamada Ley Sinde es rechazada por un amplio movimiento de protesta en Internet que consigue éxitos concretos y finalmente la paralización de la ley gracias a la presión sobre los diputados que, el 22 de diciembre de 2010, dejan al PSOE en solitario y sin la mayoría necesaria para su aprobación. El éxito de la protesta ciudadana no hará más que aumentar la desilusión cuando dos meses más tarde, en febrero de 2011, el PSOE logra el apoyo del PP y CIU para su aprobación. Surge entonces el movimiento #nolesvotes que tendrá un importante papel en las protestas del 15 de Mayo y que inicialmente pide no votar a estos tres partidos por haber aprobado la citada ley, aunque más tarde ampliará su discurso político.
Las revelaciones de Wikileaks refuerzan el movimiento contra la Ley Sinde al filtrarse las presiones del embajador de EEUU, Joe Biden, para la aprobación de la misma que pasa a ser denominada por sus detractores como la “Ley Biden-Sinde”. Esta revelación y otras como la de presiones similares en el caso Couso y en general la puesta al descubierto de los entresijos y las vergüenzas de la política internacional aumentan la sensación de deshasosiego en la ciudadanía, aunque del mismo modo muestran el potencial de Internet para la sociedad civil.
La manifestación de este malestar con la clase política se refleja en las encuestas del CIS en las que la clase política y los partidos políticos son señalados por un 21,5% de los encuestados como uno de los tres problemas principales del país, ocupando una sorprendente tercera posición solo superada por el paro y los problemas económicos.
El descontento no se limita al estado español y obras como el documental “Inside Job” (2010) dirigido por Charles Ferguson sobre la crisis financiera, que recibe el Óscar al mejor documental, o el libro “¡Indignaos!” escrito por Stéphane Hessel de notable éxito en Francia (1,5 millones de ejemplares vendidos) y editado en España con el prólogo de Jose Luis Sampedro alcanzan amplia difusión. De hecho, el libro de Hessel sirve a los medios para nombrar al movimiento como “los indignados” aunque la influencia de la obra es relativa y los planteamientos de Hessel -que apuesta por reforzar a los partidos socialdemócratas- tengan notables diferencias con las propuestas del movimiento del 15 de Mayo.
En definitiva, se acumulan los motivos para el descontento que posteriormente se manifestará en la jornada del 15 de Mayo.
Desarrollo: Del 15 M al 19J
El contexto para la protesta -las condiciones objetivas- estaba pues asentado sobre las graves deficiencias democráticas y las dolorosas consecuencias de la crisis económica. El sentimiento de indignación -las condiciones subjetivas- era ya patente en una gran parte de la población. Solo faltaba pasar del descontento a la movilización, del diágnóstico a la acción y la busqueda de soluciones inspiradas en los antecedentes antes mencionados. Internet fue el espacio en el que se hizo posible la confluencia y la organización de esta respuesta ciudadana.
No ha sido la primera vez que, especialmente los jóvenes, utilizan la red de redes para articular un movimiento. El movimiento por la vivienda surgió también de un e-mail anónimo que convocó la primera sentada y en el movimiento altermundista se hizo también un uso magistral de las nuevas tecnologías para organizar las protestas. El 13M, esta vez a través de los teléfonos móviles, es otro ejemplo reciente del uso activista de las redes de comunicación. Este uso político de las TIC formaba ya parte del acerbo cultural de los jóvenes y estaba bien arraigado en su propio repertorio de protesta. Blonch decía que la revuelta agraria era tan inseparable del régimen señorial como la huelga lo es de la era industrial y hoy podemos decir que el ciberactivismo es inseparable de la nueva era posindustrial; la era de la información.
En concreto el 15M se fraguó en la red social de Facebook tres meses antes de la protesta cuando se creó la “Plataforma de coordinación de grupos pro-movilización ciudadana” donde más tarde se concertaría una fecha que hoy podemos considerar como histórica. Antes de la protesta esta ya había sido ampliamente difundida por la Red a través de la web de Democracia Real Ya!, que hasta entonces no era más que los participantes en el grupo de la Plataforma, asi como a través de multitud de blogs, twitter, agregadores de noticias como menéame y medios de contrainformación en la red como Kaos en la Red, Rebelión o Indymedia. Incluso antes del 15 de mayo algunos medios tradicionales se hacen eco de la convocatoria, especialmente cuando la red Facebook elimina el evento del 15M y es acusada de censura, auque esta vez hay que decir que efectivamente los promotores violaron las normas de Facebook al usar un código informático para aumentar la difusión del evento. El evento fue luego repuesto pero aún así la eliminación del mismo impulsó aún más la convocatoria que el día antes de la protesta contaba con más de 40.000 adhesiones, un record en el estado español. La convocatoria fue también lo más comentado los días previos en la red de Twitter y, en definitiva, su difusión en la Red fue tal que la excusa de la prensa tradicional que adujo que el 15M le habia “cogido por sorpresa” (Ana Pastor) no resulta creible para unos periodistas que elevan a la categoría de noticia cualquier chascarrillo digital de los cantantes, deportistas o famosos de cabecera.
Cualquiera que se asomara a la Red, y realmenbte los más jóvenes son los mayores usuarios, se daba cuenta de que el 15M no era una convocatoria cualquiera. Sin embargo, el “día D” desbordó todas las espectativas. El rotundo éxito de movilizaciones precendentes, como la primera sentada por la vivienda, fue superado con creces por las miles de personas que se manifestaron en más de 60 ciudades. La euforia se desató y en Madrid los manifestantes decidieron, inspirados en las imágenes de la plaza Tahrir, acampar en la Puerta del Sol.
Los medios tradicionales no tuvieron más remedio que hacerse eco de las manifestaciones pero las minimizaron hasta tal punto que en el telediario de TVE fue la última noticia de contenido político, insertada solo antes de una crónica sobre las aves migratorias. Invisibilizar el movimiento fue el primer intento de frenarlo, pero en la era de las redes informáticas los medios ya habian perdido el monopolio de la información y el control de las conciencias. El 15M se convirtió en lo más comentado en Twitter a nivel mundial con etiquetas como #noesnoticia o #spanishrevolution que lograron llamar la atención de medios extranjeros y obligaron a las televisiones, radios y periódicos españoles a darle a las protestas la cobertura negada. Además de minusvalorarlo, se intentó como es tradición la criminalización del movimiento resaltando los únicos incidentes ocurridos en todo el estado, las cargas policiales en la plaza de Callao de Madrid que ocuparon más espacio que todas las manifestaciones a pesar de que ni una sola imagen muestra la supuesta violencia de los manifestantes.
Tomando las plazas
El primer intento de acampar en Sol es reprimido con dureza el 17 de mayo pero el desalojo resulta contraproducente. Al día siguiente el centenar de desalojados se convierte en una multitud que ya no abandonará la plaza, a pesar de prohibiciones y amenzas, hasta que así lo decide su propia asamblea. El ejemplo se extiende y se organizan acampadas en las principales ciudades y pueblos del estado.
Las acampadas se dotan rápidamente de asambleas creando una especie de bicefalia entre estos espacios y las redes virtuales en las que el movimiento se había organizado hasta entonces. La acampada de Sol es prohibida por la Junta Electoral Provincial el 18 de mayo pero al igual que el desalojo del día anterior esto no hace más que acrecentar el apoyo a la misma. Un movimiento que comienza con manifestaciones comunicadas según los conductos oficiales termina con un acto de desobediencia civil masivo que se pondrá de relieve con más fuerza el 19 de Mayo cuando la Junta Electoral Central confirme la decisión de Madrid y prohiba las concentraciones en todo el estado durante la jornada de reflexión y el día de las elecciones. Para entonces el ejemplo ha cundido no solo en otras ciudades españolas sino en lugares como Londres, Florencia, Budapest, Viena, Buenos Aires, Montpelier o Nueva York y las imágenes de la plaza del Sol tomada por los manifestantes dan la vuelta al mundo. El 20 de Mayo, la jornada de reflexión comienza a las 00:00 horas con un grito mudo y el día 21 las concentraciones en todas las acampadas alcanzan cifras record de ciudadamos bajo el lema “estamos reflexionando”.
Las elecciones del 22 de Mayo transcurren con normalidad. El partido socialista, como era previsible desde antes del 15M, se desploma alcazando los peores resultados de su historia e IU no logra rentabilizar el desplome. El PP, sin conseguir tampoco capitalizar en votos el descontento, alcanza un poder local histórico gracias a la caída del PSOE. Políticos y tertulianos tratan de indagar en los efectos electorales del 15M pensando aún que este era el objetivo del movimiento. Cuando las acampadas deciden continuar la clase política y mediática queda descolocada. El 15M se manifiesta como un órdago a toda la clase política y al poder económico dominante que descuadra en la visión desdibujada que los políticos tienen de sí mismos y de la realidad que les rodea.
Durante toda la semana la actividad es frenética en las asambleas. Se crean comisiones y se trabaja en propuestas y en la organización de las propias acampadas. Una vez perdido el miedo a la represión y desobedecida la ley de forma masiva el movimiento se centra en el trabajo diario ajeno también a los insultos de los medios y a las reclamaciones espúreas de los comerciantes de Sol. Esta cierta tranquilidad se rompe el 27 de Mayo en Barcelona cuando los Mossos d'Esquadra reprimen de forma brutal a los acampados. Las imágenes en directo de los Mossos golpeando brutalmente a manifestantes pacíficos, sentados en el suelo y con las manos en alto, son tan dramáticas que conmueven incluso a la prensa convencional. Un canal tan conservador como Antena 3 retrasmite en directo las palizas de los Mossos y aunque en un primer momento sus reporteros tratan de justificar la violencia policial, acaban también “indignados” ante tal salvajada. Estas y otras imágenes circulan por la Red y de nuevo producen el efecto contrario congregando en la Plaza Catalunya a muchos más indignados que los que se pretendía desalojar. El Conseller de Interior, Felipe Puig, se convierte en blanco de las críticas. A estas alturas queda meridianamente claro que las acampadas solo abandonarán las plazas cuando lo decida el movimiento y no las autoridades. Tras esta nueva batalla ganada, el movimiento se articula por los barrios y municipios de Madrid y otras ciudades. En la capital se celebran las primeras asambleas locales el 28 de mayo.
De las plazas a los barrios
El movimiento debate hasta cuando mantener las acampadas mientras va consolidando su descentralización hacia los barrios. El levantamiento de las acampadas, especialmente la de Sol, será el nuevo frente abierto por sus enemigos. Fracasada la represión física se apuesta por la represión mediática con un fiasco similar. La bajeza de los insultos –perroflautas, piojosos, lujuriosos– y la debilidad de los argumentos –pérdidas millonarias para los comercios de Sol - no logran el más mínimo efecto. Finalmente el 7 de junio la asamblea de Sol decide por si misma fijar la fecha del 12 de junio para levantar el campamento. A la vez que innova en sus acciones de protesta y el 8 de junio convoca una sentada ante el Congreso de los Diputados contra la reforma de la negociación colectiva. Al día siguiente, en Valencia los indignados se concentran frente a las Cortes en el día de su constitución y son de nuevo reprimidos por la fuerza. En Madrid se repite la concentración frente al Congreso en solidaridad con el movimiento valenciano. Esta estrategia de protesta ante las instituciones culmina el día 11 con concentraciones ante los ayuntamientos de todo el estado en el día de la toma de posesión de los políticos electos. Las protestas ante las instituciones surgidas del proceso electoral y el grito de “no nos representan” evidencian de nuevo el hondo calado de la crítica del 15M al sistema político actual. El 12 de junio se levanta la acampada de Sol y poco a poco lo harán el resto de campamentos del país. Con lemas como "No nos vamos, nos expandimos" o “sabemos el camino de regreso a Sol” el 15M muestra que el desalojo voluntario es un cambio de ciclo y no el ansiado fin del movimiento que preconizan sus adversarios.
El 14 de junio, más de 2.000 personas bloquean el Parlament catalán reunido para aprobar una nueva batería de duros recortes sociales. Se producen incidentes cuando los parlamentarios son increpados por la multitud. Algunos de ellos, incluido el President Artur Mas, llegan al Parlament en helicóptero y así, aunque no se conocen los detalles de lo ocurrido, se produce la imagen que todos los medios llevaban buscando desde el 15 de mayo.
Por una parte, el dispositivo de seguridad de los Mossos resulta un fracaso absoluto. Precisamente el día en que el Conseller de Interior, Felip Puig, debía responder por la dura represión en la plaza de Catalunya, las carencias del dispositivo y la tensión acumulada propician unos incidentes que él mismo utiliza para tratar de exculpar la brutal represión anterior. Puig consigue que se aplace su comparecencia y que incluso la oposición de izquierdas silencie sus críticas anteriores. Por otra parte, gracias de nuevo a las cámaras de vídeo y la difusión de las imágenes en las redes sociales, los manifestantes ponen en evidencia la infiltración de secretas en la movilización y les acusa de causar incedentes. En cualquier caso, y aunque ni una sola imagen muestra una violencia extrema por parte de los indignados, si que se producen incidentes, lo que es aprovechado por los políticos y medios de comunicación para criminalizar a todo el movimiento. Conscientes de la necesidad de mantener la estrategia de desobediencia civil no violenta seguida hasta entonces, las asambleas rechazan la violencia y reafirman su compromiso con los medios pacíficos. A pesar de ello, aquellos que llevaban desde el 15 de mayo alertando de la violencia del movimiento, frustrados por la actitud cívica mantenida en todo momento, no desperdiciarán la ocasión para exagerar, generalizar e incluso adornar los hechos a los que llegan a calificar de “kale-borroka”. De esta forma el tan socorrido discurso antiterrorista es de nuevo movilizado por políticos y medios que no dudan en tratar de obtener réditos políticos del terrorismo. La absurda detención de la supuesta “cúpula” de Anonymous comparada nada menos que con AlQaeda es otro ejemplo de esta burda estrategia.
El movimiento se enfrenta al mayor ataque desde su aparición. Sin embargo, ajeno al ruido mediático, continua sus acciones y aliado con la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (una herencia del movimiento por la vivienda digna) frena el primer deshaucio en Madrid el 15 de junio, práctica que se reproducirá en otras ciudades del estado. Además se vuelca con la preparación de la primera manifestación estatal desde el éxito del 15 de mayo, convocada para el 19 de Junio.
El 19J supone la culminación del éxito en la primera etapa del movimiento. La protesta multiplica el apoyo del 15M y se desarrolla sin el más mínimo incidente en más de 60 ciudades del estado. Aproximadamente un millón de personas evidencian que ni el desgaste, ni los desacuerdos internos, ni la represión, ni la criminalización han conseguido doblegar la voluntad de cambio del 15M. En su primer mes de vida el movimiento ha salido ileso de todo tipo de ataques y no solo ha mantenido sino que ha ampliado su base de apoyo social. El 19J supone a su vez una concreción de la protesta. Tras las concentraciones ante el Congreso contra la reforma de la negociación colectiva, el 19J las marchas se centran en rechazar el Pacto del Euro globalizando además las reivindicaciones del movimiento. La exigencia de reformas democráticas y las protestas y propuestas de carácter social y económico se dan de la mano en un movimiento que no es ni netamente ciudadanista ni típicamente izquierdista.
Llegados a este punto está claro que tampoco el verano diluirá el movimiento. Este periodo servirá quizás para reflexionar sobre lo ocurrido y para ir asentando las asambleas descentralizadas en los barrios y el debate en la Red. Quizás se concreten también algunas propuestas pero lo que es seguro es que continuará la protesta que ya tiene una cita el próximo 15 de Octubre en una movilización con vocación global.
Propuestas y estrategias
Las propuestas del movimiento no son algo estatico y desde el 15 de mayo se ha desarrollado un intenso debate tanto en la red como en las asambleas. Los 8 puntos del manifiesto de Democracia Real Ya! han sido el punto de partida de muchos debates. Desde entonces ha habido movimientos en varios sentidos. Por una parte podemos destacar la llamada al #consensodemínimos que pretendía enfocar los esfuerzos en los puntos del manifiesto dedicados a la mejora de la participación y la renovación de la democracia, excluyendo así las reivindicaciones sociales y económicas. Algunos de los defensores de esta postura argumentaban que estos puntos constituían el medio y las exigencias económicas el fin, es decir que mejorando la participación en el sistema democrático podrían luego plantearse y alcanzarse los objetivos sociales y económicos. Otros simplemente pretendían eliminar el contenido social y el caríz izquierdista del movimiento. La propuesta del referendum del 15 de Octubre, lanzada por otra parte con oscurantismo y de forma unilateral por un sector muy minoritario de la acampada Sol que había sido incapaz de convencer a la asamblea, es un ejemplo de esta tendencia.
También por parte de la izquierda clásica se ha minusvalorado el contenido más ciudadanista del 15M y sus propuestas de regeneración democrática. Ciertos sectores han pasado de la sospecha conspiranoica de una convocatoria tras la cual veían nada menos que a la ultraderecha, al desembarco masivo tras el éxito del 15 de mayo pero tratando de olvidar el carácter abierto y plural de la convocatoria y de defender el discurso caduco que durante años ha mostrado su ineficacia.
En cuanto a las estrategias, uno de los puntos candentes ha sido la opción por la desobediencia civil no violenta, que aunque se ha impuesto claramente ha originado debates interesantes. La siempre dificil definición de lo que es violencia y de los límites entre los grados legítimos de violencia utilizados en cada contexto histórico han sido ampliamente discutidos. Por una parte el 15M ha sido estricto e incluso exagerado a la hora de desvincularse de los incidentes que pudieran perjudicar la imagen del movimiento y alejarlo de su amplia base social, pero por otra parte ha mostrado su solidaridad con movilizaciones como las de Grecia en las que la estrategia resulta diametralmente opuesta. La opción del 15M parece por tanto apegada a un contexto concreto y ligada a una cuestión estratégica, pero queda claro que se rechaza la mitificacion de ciertos métodos de lucha insurreccional fuertemente arraigados en algunos sectores.
El debate se ha producido también entre aquellos que tratan de dar forma a reivindicaciones concretas para alcanzar al menos objetivos parciales, y los que temen que estos éxitos menores sirvan para relegitimar a las estructuras políticas y económicas cuestionadas por el 15M.
La huelga general como parte del repertorio clasico de movilización es otro punto candente. Mientras que algunos sectores siguen considerando imprescindible la paralización de la producción, otros no lo consideran algo esencial o cuestionan el efecto verdadero de un sólo día de huelga para el sistema productivo. El debate sobre una huelga social o biopolítica, a la vez de producción y de consumo, convocada por el movimiento y no solo por los sindicatos y que apele a una ciudadanía amplia y no a una concepción estricta de la clase obrera puede resultar muy fructífero y, de realizarse algo parecido, suponer una importante innovación en el repertorio de protesta.
Por último, existe un punto de fricción entre las formas de participación y la legitimidad de los espacios físicos y virtuales del movimiento. Una fricción que a veces se traduce en desencuentros y malentendidos entre Democracia Real Ya!, como plataforma nacida en Internet y que mantiene en la Red gran parte de su actividad, y las asambleas surgidas tras las acampadas con un trabajo más presencial. Aunque tanto unos como otros utilizan a la vez los encuentros presenciales y las herramientas digitales de coordinación –y muchos activistas participan simultaneamente de ambos espacios – el sesgo entre lo físico y lo virtual se mantiene en sus prácticas y a veces no es fácil la complementariedad y el entendimiento mutuo.
Son pues muchos e importantes los retos a los que el 15M se enfrenta para mantener la unidad de acción y la amplia base de apoyo que ha tenido hasta ahora. Es relativamente fácil aglutinar la adhesión a unas propuestas poco definidas en una acción concreta, pero a medida que se perfila el discurso y se define la estrategia a seguir afloran los conflictos de intereses y las contradicciones. El reto es afrontar estas dificultades con inteligencia y madurez política.
Algunas conclusiones
En solo mes y medio el movimiento ha evolucionado y se ha adaptado a diversas circunstancias superando los intentos de represión tanto física como simbólica. El seguimiento de las movilizaciones y las opiniones recogidas en varias encuestas (el 64,3% siente simpatía por el 15M según Metroscopia), evidencian el apoyo mayoritario tanto al movimeinto en general como a sus propuestas principales. Los guiños desde las instituciones ponen de manifiesto que la clase política ha aceptado por fin que no tiene más remedio que hacer algunas concesiones para tratar de mantenerse a si misma. Alguno de los temas señalados por el 15M se han instalado en la agenda política y los partidos compiten ahora por proponer medidas descafeinadas pero en línea con las exigencias del movimiento, como la ampliación del límite de sueldo no embargable propuesta por Zapatero en el último debate sobre el estado de la nación. La socialdemocracia y la izquierda institucional tratan de reposicionarse como evidencia el manifiesto “Una ilusión compartida” promovido por intelectuales y artistas que previamente habían apoyado explicitamente al PSOE. El mensaje no puede ser más contradictorio; La socialdemocracia ha muerto, ¡viva la socialdemocracia!
La estrategia de cooptación es a la vez el último recurso para frenar al movimiento y el reconocimiento explícito de su éxito parcial. Pero más allá de las medidas concretas que se puedan arrancar el 15M ha puesto en evidencia la profunda brecha entre los representantes y representados en la pseudodemocracia burguesa. El movimiento es más un síntoma que una medicina. Quizás no logre a corto plazo curar los males del sistema político y económico que nos oprime, pero ha servido para el diagnóstico. El 15M ha renovado prácticas, estrategias y discursos bien arraigados, pero ha bebido también de una memoria colectiva que se construye poco a poco y se enriquece con cada episodio de movilización. Independientemente de los éxitos concretos cada movimiento aporta su granito de arena a la construcción de una experiencia colectiva que servirá de punto de partida para la batalla siguiente. El 15M contaba con la herencia de las practicas asamblearias, la horizontalidad o la busqueda del consenso comunes en los nuevos movimientos sociales desde hace años. Con una hipersensibilidad al poder, a los liderazgos y las jerarquías que son fruto del fracaso de las formas verticales compartidas tanto por las democracias representativas como por las alternativas supuestamente emancipadoras de la vanguardia del proletariado. La tradición libertaria de CGT tiene mucho que enseñar en este sentido, pero el sindicato tiene también mucho que aprender de los nuevos procesos de movilización que se articulan en torno a valores, prácticas y símbolos culturales muy distintos de la tradición confederal, pero que en el fondo pueden ser muy similares: la busqueda de una verdadera democracia, tanto política como económica, verdaderamente horizontal y participativa que conjuge la igualdad social y la libertad. ¿Una verdadera demo-acracia?
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