Hola,
Vivo ya bastante tiempo entre Almuñécar y la Herradura, para ser justa, 20 años. Cuando llegué aquí,
casi sin nada, pudé contar con la ayuda de la familia Barbero, algunos de ellos desaparecidos, que descancen en paz. Lo hicieron sin compromisos, porque no trabajaba para ellos, ni ellos para mí, fue así porque esas cosas se hacen. Ahora 20 años después, me toca otra vez desgraciadamente estar un poco (mucho) justa, y otra vez Joaquin como porta voz de su familia honra a su nombre, por proponer solución y, sobre todo tener la paciencia a parte de sus muchos quehaceres para escucharme y confiar en mí para arreglar el problema, o sea, el dinero que debo. No soy orgullosa deber, no es en mi natura, ni en niguna persona que ha parido esa tierra. Para mí es un honor estar al día, pero en esos días que nos han tocado, es lo que hay desgraciadamente. Que tengamos problemas para entendernos con la gente, que haya codicia, celos, envidia, pues vale. Pero de aquí a destruir un negocio, o intentarlo,
una obra filantropíca, o morder una mano tendida, eso no hay derecho. Dudo que haya venido una inspeccción y que no haya detectado nada sospechoso. Cuando hay gato encerrado, lo encuentran, creedme. Y en esos días tan difíciles, en vez de comernos el uno al otro, nos debemos de ayudar, porque cada uno de nosotros necesita su sitio al sol, sin envidia, solo un día seremos alguien un día, no hay otro camino. Porque cada uno de nosotros cuenta para que esos pueblos queden tan auténticos, como les gustan a la gente que nos visitan cada años.
el chambao de joaquin
Hola,
Vivo ya bastante tiempo entre Almuñécar y la Herradura, para ser justa, 20 años. Cuando llegué aquí,
casi sin nada, pudé contar con la ayuda de la familia Barbero, algunos de ellos desaparecidos, que descancen en paz. Lo hicieron sin compromisos, porque no trabajaba para ellos, ni ellos para mí, fue así porque esas cosas se hacen. Ahora 20 años después, me toca otra vez desgraciadamente estar un poco (mucho) justa, y otra vez Joaquin como porta voz de su familia honra a su nombre, por proponer solución y, sobre todo tener la paciencia a parte de sus muchos quehaceres para escucharme y confiar en mí para arreglar el problema, o sea, el dinero que debo. No soy orgullosa deber, no es en mi natura, ni en niguna persona que ha parido esa tierra. Para mí es un honor estar al día, pero en esos días que nos han tocado, es lo que hay desgraciadamente. Que tengamos problemas para entendernos con la gente, que haya codicia, celos, envidia, pues vale. Pero de aquí a destruir un negocio, o intentarlo,
una obra filantropíca, o morder una mano tendida, eso no hay derecho. Dudo que haya venido una inspeccción y que no haya detectado nada sospechoso. Cuando hay gato encerrado, lo encuentran, creedme. Y en esos días tan difíciles, en vez de comernos el uno al otro, nos debemos de ayudar, porque cada uno de nosotros necesita su sitio al sol, sin envidia, solo un día seremos alguien un día, no hay otro camino. Porque cada uno de nosotros cuenta para que esos pueblos queden tan auténticos, como les gustan a la gente que nos visitan cada años.