Constituida la Plataforma: "Ciudadanía 2012 ante el Bicentenario" que pretende dar una respuesta a los fastos de la Conmemoración del Bicentenario de las Cortes de Cádiz
Plataforma “Ciudadanía 2012” ante el bicentenario
En Cádiz se ha constituido la “Plataforma ciudadanía 2012 ante el Bicentenario" que pretende dar una respuesta a los fastos de la Conmemoración del Bicentenario de las Cortes de Cádiz.
Para el fin de semana 17 y 18 de marzo (el día 19 es cuando se cumplen los 200 años de La Pepa) la plataforma ha previsto las siguientes actividades:
- Sábado 17 de marzo, la Plataforma da su apoyo a la organización de la Asamblea Estatal Ciudadanos Constituyentes, que se desarrollará en el Aula Magna de la Facultad de Filosofía y Letras a partir de las 10 de la mañana.
- Domingo Día 19 de marzo, la Plataforma convoca una manifestación en Cádiz que partirá a las 6 de la tarde desde la Subdelegación del Gobierno para finalizar en la Plaza de España donde está el Monumento a las Cortes de Cádiz.
MANIFIESTO DE LA PLATAFORMA “CIUDADANÍA 2012” ANTE EL BICENTENARIO.-
Reconocemos que aquella Constitución de 1812 rompió con un secular régimen de terratenientes, nobiliario y teocrático, que concebía a las personas como súbditos del Rey o vasallos de los señores y no como ciudadanos. Pero el propósito que expresaba el artículo 13 de que el objeto del Gobierno es la felicidad de la Nación, puesto que el fin de toda sociedad política no es otro que el bienestar de los individuos que la componen fue una aspiración maravillosa e incumplida. Presionados por los logros ciudadanos que se tradujeron en la Revolución Francesa, los poderosos de la España de entonces hubieron de admitir, efectivamente, la preeminencia de la ley, el derecho a la educación, la prohibición de la tortura, la abolición de la Inquisición, la libertad de prensa y de pensamiento, etc. Pero estos primeros pasos a favor de los derechos civiles y los ideales democráticos fueron o bien rápidamente abortados por las fuerzas más reaccionarias agrupadas alrededor de la monarquía y la Iglesia Católica. Aquella Constitución tuvo muchos limites: el de la igualdad ausente (no fue capaz de acabar con la esclavitud, ni de reconocer derechos a las mujeres, a los indígenas o a los negros) y el de la ruptura con el antiguo régimen de forma consecuente, en especial con el corsé ideológico impuesto por la Iglesia Católica.
Pero lo que ahora nos preocupa es que se quiera convertir la conmemoración del bicentenario en una gran cortina de humo para intentar distraer a la población de los graves problemas que padecemos, como el desempleo, a la vez que para intentar justificar el peligroso estado de inmovilismo político (bipartidismo, leyes electorales injustas, sometimiento del Parlamento a la voluntad de los mercados, recientes cambios constitucionales no aprobados en referéndum, corrupción política, etc.) al que nos quieren sujetar. En definitiva, el gobierno quiere conmemorar por todo lo alto aquella Constitución de 1812 a la vez que justifica las poco democráticas maneras que el FMI, el Banco Mundial, el G-20 y otras instancias del sistema capitalista imponen ahora, en España y en tantos otros países del mundo, para arrasar con el patrimonio público y con todo tipo de derechos ciudadanos. El nuevo constitucionalismo del Tratado de Lisboa y de la última reforma de la Constitución española representa una agresiva intentona de endeudar las arcas del estado, privatizar todo tipo de servicios públicos y de laminar derechos sociales y económicos básicos conquistados dolorosamente por los trabajadores.
Esta “crisis” se ha convertido en estos momentos en un asalto organizado al conjunto de derechos sociales, económicos, civiles y políticos tan duramente conquistados. La democracia real, que debería fundarse en la soberanía popular, ha sido sustituida por la dictadura de “los mercados” y el Capital, a quienes no les importa el miedo y la angustia a perder el trabajo, a sufrir pérdidas salariales inaguantables, a no poder alcanzar en la vida un trabajo digno y, en definitiva, a ser arrojados a la exclusión social. Estas son situaciones y amenazas que se ciernen sobre cada vez mayor número de personas. Entonces, ¿para qué sirven los textos constitucionales que no son capaces de frenar la voracidad y la irresponsabilidad social de los especuladores?, ¿es esta herencia de injusticia y de complicidad con la Banca internacional el genuino legado del constitucionalismo español? Nos tememos que sí.
Los de arriba han roto el pacto social con medidas brutales como la reforma laboral o con los trasvases de dinero público de forma masiva a los bancos privados. Esta no es una crisis cualquiera. La Constitución de 1978 queda como discurso justificativo de todos estos recortes, aplicando sin titubear las normativas más restrictivas de derechos. Los fastos del bicentenario exhiben una reivindicación abstracta y apergaminada de las libertades, de poca utilidad para las necesidades de la ciudadanía en estos excepcionales momentos.
Denunciamos que con la celebración de “la Pepa” el gobierno pretende:
1º.- Que nos despreocupemos del paro, del recorte de derechos, del desmantelamiento de los servicios públicos, de la pobreza creciente en nuestra sociedad, de los desahucios, de la represión policial, que olvidemos que la cultura, la educación y la investigación son víctimas de la desinversión, de la manipulación y del menosprecio.
2º.- Que no activemos nuestra denuncia de los recortes democráticos que hacen que la ciudadanía sea una convidada de piedra de las políticas públicas, que no hablemos de democracia real ya… es decir: que renunciemos a la denuncia de la apropiación indebida que la casta de los partidos políticos han hecho de la democracia.
3º.- Que consintamos el escudo antimisiles y las bases nucleares de Rota, Morón y Gibraltar y que digamos sí a las guerras en el Mediterráneo y Oriente Medio organizadas por EE.UU. y la OTAN; que cuando en octubre se celebre la Cumbre Iberoamericana en Cádiz no denunciemos las prácticas de expolio de España en Latinoamérica particularmente a través de sus empresa multinacionales.
4º.- Que aceptemos aquello de “todo para el pueblo, pero sin el pueblo”, lo que nos convierte de nuevo en súbditos en vez de ciudadanos; que apostemos por valores como la competitividad, el consumismo y la insolidaridad, en vez de apostar por la Madre Tierra, el espíritu comunitario y el Bien Público.
Animamos a toda la ciudadanía y a todos los trabajadores y trabajadoras golpeadas por la crisis y las amenazas de paro, exclusión y pobreza, a sumarse a todas las iniciativas pacíficas de denuncia y movilización que durante este año vamos a dinamizar. Mientras algunos partidos políticos se entretienen, y tratan de entretenernos, disfrazando esta Dictadura Económica con antiguos ropajes de 1812, nosotros y nosotras vamos a decir alto y claro: OTRO MUNDO MEJOR ES POSIBLE.
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