Vídeos de una Coordinadora Antifascista con banners de cociente de inteligencia (youtube), fotografías de viajes de estudios con publicidad “sensible”, la bandeja de gmail acompañada de anuncios de academias o de la Falange, ... Éstas son las principales contradicciones que acompañan la dependencia y el uso de plataformas privativas y comerciales. Eso sin mencionar las restricciones y censuras de aquello que los patrocinadores del invento consideran “respetable” o no. El corte de sonido por supuestas violaciones de los derechos de autor, o los filtros de “spam” que googlegroups impone a determinadas listas de correo de forma aleatoria, por no mencionar la censura selectiva de perfiles en Facebook o la reciente adquisición de Tuenti por Telefónica...