Estados Unidos asigna cifras millonarias anualmente para costear las actividades de los pequeños grupos aspirantes a estimular un movimiento subversivo en Cuba.
Y no puede ser un secreto porque se trata de partidas presupuestadas sin rubor alguno y aprobadas en las sesiones del Congreso o extraídas de los fondos secretos de la CIA y otras agencias gubernamentales, pero divulgadas de manera permanente por la propia prensa norteamericana.