Enviado por Anónima el Dom, 26/09/2010 - 11:45.
    
    
      Querido Stig: 
Ojalá seamos dignos de tu desesperada esperanza.
Ojalá  podamos tener el coraje de estar solos y la valentía de  arriesgarnos a  estar juntos, porque de nada sirve un diente fuera de la  boca, ni un  dedo fuera de la mano. 
Ojalá podamos ser desobedientes, cada vez que recibimos órdenes que humillan nuestra conciencia o violan nuestro sentido común.
Ojalá  podamos merecer que nos llamen locos, como han sido llamadas  locas las  Madres de Plaza de Mayo, por cometer la locura de negarnos a  olvidar en  los tiempos de la amnesia obligatoria. 
Ojalá podamos ser tan porfiados para seguir creyendo, contra toda   evidencia, que la condición humana vale la pena, porque hemos sido mal   hechos, pero no estamos terminados.