Si hubiera un libro que mereciera más que cualquier otro ser secuestrado por los guardianes del orden, una obra que hiciera sonar más histéricamente las alarmas de las comisarías y barracones castrenses, sobre la que lloviesen más cerillas de la mano de los bomberos pirómanos de la novela Fahrenheit 451, unas hojas impresas que pusieran más inquietos a los imperturbables hombres de traje gris y corbata de detrás del Gran Hermano, un título bibliográfico que despertara el odio más visceral entre los señoritos “de bien” dueños de los latifundios y yates de este país, y por supuesto entre los que albergan telarañas en sus cabezas, sin duda sería esta obra que tienes ahora en tus propias manos.