La Invisible firmará un protocolo de cesión co el Ayuntamiento de Málaga

Aupa ahí ! Esos luchadores Invisibles, Invisibles en la lucha, que ni están ni se les ve, y que visibles y que guapos en la foto junto al alcalde y toda su camarilla de fachas enchaquetaos. ¡ Qué se os ve el plumero, guapetones ! Invisibles: De precarios a funcionarios.

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Criticar el convenio firmado entre la Casa Invisible y el Ayuntamiento convierte a esta revista en “mentirosa y vendida al mejor postor” según la intransigencia del ‘Padre Padrone’ de dicho centro, Nicolás Sguiglia

EL OBSERVADOR publica íntegra la transcripción de la conversación que dio lugar a la noticia que ha levantado la polémica entre los colectivos sociales de Málaga

25/01/11. Opinión. La información sobre el acuerdo alcanzado entre el Ayuntamiento de Málaga y la Casa Invisible que ofreció esta revista la pasada semana ha sido objeto de crítica por parte de algunos colectivos que utilizan ese espacio. Correos electrónicos de protesta, llamadas telefónicas o comentarios en foros de Internet han expresado el malestar por la lectura e interpretación que ha hecho esta revista de la firma del protocolo de intenciones alcanzado con el Consistorio malagueño. Las críticas han sido variadas. Desde las moderadas, hasta aquellas que acusan a este medio de manipular, intoxicar, hacer seudo-periodismo, propalar mentiras o venderse al mejor postor. EL OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com analiza hoy los elementos con los que se elaboró esa noticia, transcribe íntegramente la conversación mantenida con los representantes del centro social y repara en el totalitarismo e intransigencia de quienes, como el ‘Padre Padrone’ de la Casa Invisible, Nicolás Sguiglia, han convertido este espacio, no en un sitio en el que colaboran desinteresadamente, sino en su lugar de trabajo.

ESTA clase de comentarios no son nuevos. EL OBSERVADOR está acostumbrado a recibir acusaciones de esta índole desde que la cabecera echó a andar hace más de 25 años. Generalmente estos ataques no son tenidos en cuenta y se mandan directamente a la papelera, porque a diferencia de las críticas constructivas, nada aportan. En este caso, optamos por una respuesta pública por la consideración y respeto que desde la redacción se tiene por muchas de las personas que han contribuido desinteresadamente con este proyecto. Y sobre todo con los jóvenes que se dejan el pellejo en cada actividad que llevan a cabo. No hablamos de aquellos que han hecho de la Casa Invisible su lugar de trabajo, como el ‘Padre Padrone’ Nicolás Sguiglia, que regenta la cafetería de calle Nosquera 11, sino de aquellos que apuestan por esta clase de actuaciones sin vivir de ellas y sin esperar nada a cambio.

ESTA información - Una negociación secreta capitalizada por tres asociaciones creadas en 2008 neutraliza el carácter contestatario de la casa ‘okupada’ de calle Nosquera 11, que ya no será más invisible - se nutrió de diferentes fuentes. La primera el propio Protocolo de Intenciones, que se ofreció íntegro y fue distribuido por los servicios de prensa del Ayuntamiento de Málaga. La segunda, el testimonio de dos personas que habían participado activamente en la cimentación del programa, naturaleza e intenciones con los que comenzó a andar la Casa Invisible y que luego se han desvinculado del proyecto. La tercera, la conversación telefónica que el redactor de EL OBSERVADOR mantuvo con los tres representantes de las asociaciones citadas, que se reproduce íntegramente en aras de la transparencia informativa –puede consultarla AQUÍ-. Juzguen ustedes.

LA noticia afirmaba que la negociación con el Ayuntamiento se había llevado “con absoluto secreto y sigilo”. ¿Hay algo que haga pensar lo contrario? ¿Ha emitido en estos últimos tres años alguna clase de comunicado al exterior la Casa Invisible sobre esta negociación? Del equipo de gobierno del PP esta revista no espera transparencia, pero sí que se espera transparencia de un colectivo que se define como asambleario, participativo y horizontal. Y no ha sido así. Los nombres de las asociaciones creadas ad hoc se conocieron el mismo día de la firma, de igual modo que el contenido del acuerdo se hizo público después de firmarlo. ¿Debemos aplaudir esta forma de proceder? Sobre todo cuando lo que está en juego es el futuro de un espacio público municipal. Hasta la negociación del Astoria ha sido más conocida que la llevada a cabo en la Casa Invisible.

Y en cuanto al contenido del acuerdo, la noticia no sólo lo ofrecía íntegro, sino que afirmaba que la “supervisión de un funcionario, temporalidad de un año de ‘legalidad’, reconversión hacia una fundación privada, acceso a subvenciones… consigue amortiguar y adocenar lo que en principio fue un potente movimiento contestatario”. ¿Tenemos que estar de acuerdo con que lo firmado es un logro? Insistimos en que somos conscientes de los esfuerzos que muchos ciudadanos anónimos han aportado y aportan a la Casa Invisible, pero eso no significa que un convenio como éste deba ser objeto de elogio.

ENTRE las quejas recibidas a raíz de esta información está la de que EL OBSERVADOR no acudió a la firma del acuerdo y que no conoce la Casa Invisible. Aclarar que, como regla general, esta revista no acude nunca a actos como el llevado a cabo el pasado lunes 17 en el Salón de los Espejos, porque los servicios de agitación y propaganda de las instituciones, conocidos como gabinetes de comunicación, ya se encargan de difundir la versión oficial. Esta revista trata de contar a sus lectores lo extraoficial. Aspira a ser algo más que el vehículo de transmisión de partidos, empresas, instituciones y centros sociales alternativos o no. Sobre lo segundo, que no conoce la Casa Invisible, baste decir que miembros de la redacción participaron en la ocupación del inmueble en 2007 y que se ha acudido como invitados en representación de la revista a actos allí organizados. Además, uno de los líderes de la Casa Invisible, Eduardo Serrano, ha tenido una activa participación en la revista como colaborador fijo, escribiendo cuando lo ha considerado oportuno sobre ella. Y alguno que ha actuado como portavoz no oficial de la misma, como el geógrafo Alfredo Rubio, también colabora habitualmente en estas páginas. Información sobre la Invisible es algo que ha sobrado en la redacción de esta revista. De un cariz y de otro. La decisión de no publicar nada sobre ella durante todo este tiempo, excepto dar a conocer algún que otro acto organizado allí, ha sido la contribución, comprendida o no, de este medio hacia este proyecto.

DE hecho, si uno repasa la hemeroteca comprueba que EL OBSERVADOR fue el único medio de comunicación que apoyó inquebrantablemente en sus inicios a la Casa Invisible. Un experimento que hace tres años todos contaban (contábamos) con que fuera temporal, transitorio y eventual porque evolucionaría… sin saber hacia dónde, pero nunca supusimos que hacia los brazos abiertos del Ayuntamiento. Y en esos meses, éste fue el único medio que dio cobertura a su programa de actividades, incluso de aquellas que finalmente no se llevaban a cabo…

POR otra parte, habría que preguntarse qué de nuevo y original ha hecho la Casa Invisible en cuánto a programación cultural se refiere (sería otra información). Por supuesto que ha sido participativa. Pero qué menos. Conciertos, charlas, talleres de capoeria y flamenco y ese largo etcétera que ha ocupado sus estancias son bien recibidos y saludables, pero de todo eso ya hay y ha habido en otros lugares de Málaga. La Invisible tiene su fuerza en que ha sido, es, un sitio abierto a muchos grupos y colectivos, algunos de ellos muy cercanos a esta revista, que han encontrado aquí un lugar para expresarse y trabajar con una propuesta cultural alternativa. Presentar un libro que podría presentarse en la Universidad de Málaga o a un colectivo que también, es digno de agradecer, pero ya está. Eso no es alternativo. Eso es participativo. Y ahora, lo que hay que decir es que la Invisible ya es Visible, y que ha cedido a todas las exigencias del Ayuntamiento, el cual se ha apuntado un tanto electoral además de saber solventar un problema gordo que ha dejado de serlo y que es lo que son los colectivos alternativos de verdad. Y para darse cuenta de esto sólo hay que leer la conversación transcrita que ofrecemos con los que han firmado el manifiesto. Así, que el mayor logro de la antes Invisible, esa apertura y pluralidad, es precisamente lo que el acuerdo pone en peligro con la futura figura de “fundación privada”. ¿Por qué se cede ahora y luego no?

AHORA bien, de esta clase de iniciativas siempre hay gente que se beneficia. Llama la atención que sea una persona que hace negocio en la Invisible la más beligerante con la información publicada. Alguien con quien EL OBSERVADOR no ha hablado últimamente, Nicolás Sguiglia. Alguien que acudió a la redacción de la revista nada más ocuparse el inmueble en 2007 pidiendo que le informáramos sobre su situación legal, que conocíamos por haber hecho reportajes sobre la casa. Esto ocurre también después de escribir el reportaje que figura al pie de esta noticia y en el que se daba cuenta de que Sguiglia se hacia pasar por representante de un colectivo de emigrantes que no existía como tal. Este ‘Padre Padrone’ de la Invisible es el paradigma del pensamiento totalitario: sólo discrepan de él quienes están comprados y sobornados. Es Sguiglia la única persona que tiene un negocio en calle Nosquera, con la tetería ‘la Libre’ que él mismo regenta. Y ha sido él, no sólo uno de los que ha participado más intensamente en las negociaciones con Julio Andrade, sino el causante del progresivo alejamiento del proyecto de destacadas personalidades que en principio lo defendieron.