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Cómprame un coche. Cuando lo quieras comprar, como te voy a dejar yo el dinero para hacerlo y de paso ganar algo con los intereses que te voy a cobrar, te lo taso en 20,000 euros y te los dejo. Ya sé que cobras €600 al mes, y que tu trabajo no es muy estable. Las normas de mi banco no me permiten dejarte el dinero en esas condiciones, pero para que cuele, en los papeles firmamos que cobras 1,000 y obviamos lo de que te puedas quedar sin curro en cualquier momento. Y por supuesto, te estamos haciendo un favor.

De repente, te quedas sin trabajo, y no me puedes pagar el coche. Vale, me quedo con él. Pero ahora te lo taso en 5,000 euros y me debes los otros 15,000, más los intereses.

El coche que yo dije antes que valía 20,000 digo ahora que vale 5,000. No solo te has quedado sin coche, sino que además sigues debiendo un dinero que no puedes pagar. Alucinas con la cara que tengo, te sientes estafado, y con razón, y en caso de que te resistas tengo una panda de matones que resulta que pagas tú con tus impuestos, y por el otro lado una banda de gente que hace leyes que me respaldan, porque resulta que a esos también les doy yo el dinero para que puedan hacer sus cosas y ganar las elecciones. Dinero que, por otra parte, también pagas tú y todos los tontos como tú. Si me lo gasto mal y tomo decisiones totalmente estúpidas, como eso de dejarte el dinero para el coche, me da igual perder el dinero, porque total, esta banda de gente que hace las leyes me va a devolver ese dinero, que también es tuyo. Y además, recuerda que la culpa es toda tuya porque tú fuiste el que me pediste un dinero que sabías que quizá no podrías devolver.

¿Qué te parece que pase lo que pase, tú siempre vayas a perder?