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Fogata de San Juan. Incendio Policial

Es tradición alamedera celebrar con hogueras la noche de San Juan. Antes de la reforma de la plaza, en el albero se han quemado muebles, ropa, y la antigua Plataforma contra el Parking (la de hace doce años) quemó hasta un coche. Normalmente, las hogueras en la Alameda se han organizado espontáneamente por el vecindario y visitantes. Tras la obra, las hogueras no han faltado, todos los años se ha repetido el rito: una pequeña hoguera en que quemar papeles en los que la gente escribe sobre lo que quiere desprenderse, y sobre la que saltar, en solitario, en pareja (como se ve en la foto) o en grupo...

 
... ayer noche volvió a ocurrir. Muchas personas pasaban por la plaza buscando la hoguera, que todavía no estaba. Como si fuera el salto de la reja, no se sabe cuando sería, quien daría el salto, pero transcurrida la medianoche, en un lugar similar al de años anteriores, alguien la inició. Se utilizó, para nuestro malestar, los palos tutores de los fresnos que sembramos y algunos otros de otros árboles... a partir de ahí la gente iba y venía a la hoguera, vecinos, vecinas, visitantes de la plaza, niños, niñas...

... a partir de ahí se fue generando un muy buen ambiente: personas que se sentaba absortas por el fuego, saltos sobre la hoguera, papeles arrojados a la misma. Evidentemente, al ser algo espontáneo nadie había solicitado autorización, ni el Distrito había tenido le previsión, como si ocurrió algún año más atrás, de instalar alguna chapa sobre la que hacer el fuego y no se dejara huella en el pavimento...
... transcurría la noche con normalidad, un grupo de personas trajo un tablón, y los incidentes más graves podían ocurrir porque hubiera conato de colisión entre personas que saltaban a la vez desde direcciones distintas...
... una noche alamedera, una noche mágica. Al tiempo se personaron un par de patrulleros de la policía local que aparcaron en el interior de la zona peatonal, y a cierta distancia observaban la normalidad de lo que allí ocurría. El fuego estaba en mitad de la plaza, lejos de los árboles, era de unas dimensiones moderadas, que permitía el salto de quien se animara. La actitud de la policía parecía sensata. Tener una presencia discreta y preservar que los acontecimientos transcurrieran como todos los años...
 
... y de pronto, cuando todo apuntaba a que iba a ser una noche grata, cuando incluso el fuego empezaba a decrecer y no era realimentado, todo dio un demencial giro. No sabemos a que inteligencia amable se le ocurrió (suponemos que a quien dirigía el hasta ese momento modesto dispositivo policial), pero de pronto aparece en la plaza ¡¡los bomberos!! (observad las dimensiones del fuego. Era una fogata que una persona descalza y con el bolso colgado podía cruzar sin especial esfuerzo). Los propios bomberos se quedaron con cara de alucinados cuando vieron que habían llamado a un recurso público de emergencia para una candela que se podía apagar (si fuera necesario, que no lo era) con dos o tres cubos de agua del grifo que había a cuatro metros. Algunas de las personas que allí habían se dirigieron con total normalidad a hablar con ellos para señalarles lo absurdo de su llamada y más aún de su intervención. Como había un buen ambiente, la mayoría de la gente le dio por hacer uso del tan apreciado humor y surrealismo alamedero (¿recordáis la que se montó cuando se cayó el árbol junto al Distrito? - pinchad aquí -). Y comenzaron a corear ¡¡que salte el bombero!! ¡¡que salte el bombero!!.

... como el dispositivo policial no compartió esas dosis de buen humor, reiteraron las indicaciones a los bomberos de que procedieran a conectar las mangueras. Momento en el que la gente, viendo el absurdo se puso de pie y rodeo la fogata más de cerca, sin crispación, ni violencia. Alguna policía presente no hizo gala de especiales habilidades sociales a la hora de dirigirse a la ciudadanía a la que sirve y de la que cobra...

... pero la cosa no debía ir a mayores. Ni esos primeros conatos de malos modos tuvieron otra respuesta de la gente que no fuera intentar dialogar...
... ni cuando la policía decidió pedir identificaciones y levantar denuncia a quien sólo había cometido la falta de intentar razonar hubo corros de gente rodeando los coches, conatos de violencia ni crispación, y hasta las personas identificadas y denunciadas se salieron de una inteligente y cívica normalidad...
 

... pasaban los minutos. La fogata decrecía. La gente no perdía la compostura a pesar del asombro o indignación por lo inexplicable de que allí hubiera un camión de bomberos y de la actitud incomprensible de la policía...

... los bomberos. Conscientes de que la fogata no suponía ningún riesgo y que era absurda su presencia procedían a recoger el material. Por cierto, la pintada del camión no se hizo en la plaza, venía así del parque de bomberos (Alcalde, ¿que te está pasando?)

... como el camión de bomberos había parado en el carril de paso, se fue produciendo un atasco...
... de pronto, se va acumulando el séptimo de caballería. Un coche con policía (local) de paisano, uno, dos, tres, cuatro... muchos muchísimos patrulleros (luego llegaron dos furgonetas de intervención de la policía local) ¡¡mas de treinta policías locales!! que ordenan al camión de bomberos que acceda al interior de la zona peatonalizada como se ve al fondo. Algunos policías locales parecían llegar predispuestos: se bajaron de los coches con la porra desenfundada.
... todo el despliegue policial hizo un cordón para que los bomberos apagaran la ya casi apagada fogata. Quien tomase las decisiones en la policía había hecho de la intervención de los bomberos una cuestión de orgullo. Desoyendo cualquier criterio profesional que le mandata a que en esas situaciones no se tiene orgullo, se practica la inteligencia...

... aparte de gritos de desacuerdo, nadie de las personas que allí estaba impidió de ninguna forma la actuación de los bomberos...
... se observaba desde la perplejidad...

... y en un tono absolutamente pacífico...
... tras la actuación de los bomberos (que se marcharon inmediatamente) se desató la locura policial. Una persona allí congregada hizo una foto, o al menos el amago, con su teléfono móvil (hasta ese momento se había hecho una multidud) a un policía local. La reacción de éste fue absolutamente violenta, se dirigió hacia esa persona acometiéndolo, momento en el que cuatro policías locales más se lanzaron hacía él ¡¡por hacer una foto con el móvil!! se lo llevaron a empujones hasta la parte delantera de un patrullero donde lo rodearon y como si de una película de malos policías se tratara, lo tumbaron sobre el mismo, le hicieron poner los brazos en cruz y las piernas abiertas y procedieron a cachearlo ¡¡por una foto con el móvil!!. En ningún momento intentaron hablar con él, ni razonar. La gente comenzó a protestar por la actuación de esos policías, lo hizo gritando, sin violencia. La foto está movida, pero puede apreciarse como no hay ninguna otra persona cercana que moleste a la policía su lamentable actuación. Posteriormente, metieron a esa persona en un patrullero (luego se comentaba que lo habían dejado libre y no lo trasladaron a comisaría).
 

... luego le tocó el turno a otra persona que protestaba por lo ocurrido. Puede apreciarse en la foto que no había ningún tumulto alrededor, nadie impidiendo la actuación policial. No presenciamos directamente el origen, no sabemos si la policía la dejó marchar o aprovechó un momento de descuido, pero esa persona se marchó de la zona de los patrulleros corriendo. Desde ese momento no tenemos más fotografías nítidas. Nuestro fotógrafo fue advertido por un policía de que se marchara del lugar, mientras otro, le regaló tres empujones consecutivos, de intensidad moderada, y otro llegó y le dijo que hacía fotos sería detenido. A partir de ahí, nuestro fotógrafo fue diligentemente escoltado durante el resto de los acontecimientos por un policía que literalmente se pegaba a su cuerpo impidiendo la utilización de la cámara. 
 
A partir de ahí la policía, desoyendo nuevamente cualquier criterio profesional que recomienda no protagonizar a no ser de extrema necesidad, carreras (por las situaciones de pánico, nerviosismo y descontrol provoca) comenzaron a perseguirla. Como había policía desplegada por distintos lugares, corrían desde distintos sitios. Si la policía corre, la gente corre. Unos para alejarse del lugar de las carreras, otros para acercarse. El caso es que volvieron a atrapar a esa persona y la metieron en una furgoneta de intervención. La tensión crecía los gritos de protesta también, pero en ningún momento hubo respuesta violenta por parte de la gente (alucinada con lo que ocurría e iba a ocurrir y, mucha, como instrumento de defensa -que no de ataque- blandiendo su teléfono móvil). En medio del caos provocado por esa primera carrera, no sabemos cual sería la causa, como no lo sabía la mayoría de la policía allí presente, pero se produce un nuevo foco al que la gente dirige las miradas y la policía las carreras, parecía unos sanfermines, con la peculiaridad que ya, en ese momento, la policía iba corriendo hacía el foco de no se sabe qué porra en mano, y muchos de ellos golpeando a quien se encontraba a su paso. Golpeando a quien simplemente se encontraba en su trayectoria. Evidentemente, que un ciudadano o ciudadana, se encuentre con que la policía que está a su servicio y a la que le paga le golpee con una porra por el simple azar de estar en el camino de un policía que se dirige hacia un lugar en el que no sabe que está pasando es un atropello a sus derechos básicos absolutamente injustificado. Cuando llegamos a ese lugar, vemos a una chica correr despojada de su camiseta, y policía corriendo, y gente corriendo ¡¡sigue el San Fermín!!. Por la radio de los policías se oye las inútiles instrucciones del inútil que da las instrucciones ordenando a sus agentes "que no hagan carreras". Pero nada, sigue el descontrol policial, las porras vuelan, golpean  a quien se encuentran en su camino. Algunos policías siguen ese impulso que lleva a que si hay alguien en el suelo porque ha sido objeto de una paliza propinada por sus compañeros, cuando él pase por el lugar del ciudadano abatido, debe dejar su sello, volviendo a golpear a quien está aturdido. Se produce la detención de la chica, la gente protesta, alguna interpone pacíficamente sus cuerpos cuando un grupo de policías se ceban con alguien, ¡¡pero en ningún caso se produce agresiones de la gente hacia la policía!!. Un ciudadano sufre como un policía le arranca de las manos su cámara de fotos, la tira al suelo y la pisa hasta destrozarla. Algunas personas congregadas se dirigen hacía cinco policías nacionales que, sentados en sus motos, están presenciando pasivamente las escenas de verdadero maltrato y brutalidad policial. Alguien que ha hablado con ellos dicen que ellos no intervienen, este ciudadano comenta que les ha recordado que es la policía nacional la responsable del orden público, y que le han contestado que ellos no van a intervenir en "las cosas de la policía local" que "una vez más" se le ha ido el asunto de las manos "por no actuar con profesionalidad". Entre gritos de lamento, rabia e indignación (nunca de violencia) la policía local va montándose en sus vehículos y se marchan, por la puerta abierta de uno de ellos antes de partir se oye (son las 3 y 18 minutos) a quien tiene la facultad de dirigirse al resto: "todo el que haya intervenido que vaya preparando su informe porque se va a liar la gorda. Y ¡¡ya sabéis!! ¡¡que se aporten los partes de lesiones!!
 
Hasta aquí el relato de lo que vimos directamente. Os hacemos un llamamiento a todos y todas los que allí estuvisteis a completarlo con vuestros testimonios e imágenes.
 
Sabéis que el estilo de este blog es la de utilizar mucho como forma de expresión el humor ácido y un lenguaje muchas veces hiperbólico (así, en numerosas ocasiones culpamos al Zoidogobierno o al alcalde de ser responsable de un coche aparcado sobre una acera, por ejemplo). Pero fuera de esos recursos, nuestras denuncias han sido siempre de un absoluto rigor. Ampliamente documentadas y razonadas. Y en base a ese rigor decimos que evidentemente de los gravísimos hechos ocurridos esta madrugada de noche de San Juan, no es responsable directo Zoido. No lo es su concejal de seguridad, Demetrio Cabello, policía nacional experimentado y profesional curtido en resolver situaciones complejas desde el punto de vista del orden público con bastante sensatez (ha recibido muchas críticas por su papel al frente de la Brigada de Información por la utilización de listados, por ejemplo, pero esa es otra cuestión que nada tiene que ver con lo que aquí afirmamos). No toda la policía local puede ser juzgada por lo ocurrido ayer, ni siquiera toda la participante ahí (algunas personas no se llevaron mayor paliza por la actuación de algún policía parando e incluso empujando a algún compañero que se estaba ensañando con alguien desvalido). 
 
De lo que si será responsable Zoido, Cabello y demás es de que no ocurra lo que lamentablemente ha pasado mucho en esta ciudad. Que se haga piña corporativa. Que se proteja la impunidad de quien ha incumplido la norma, ha sido negligente o al menos poco profesional y torpe. Una parte del guión de la película era previsible desde ayer noche: la policía dirá que tuvieron que intervenir en un tumulto, que sufrieron agresiones (que hay no se cuantos policías heridos), que hubo episodios de desobediencia grave. Se presentarán como víctimas que aplicaron la fuerza mínima ante una banda de agresores que pusieron en peligro su integridad.
 
 
Pues bien, si eso se dice, eso es ¡¡mentira!!. Ayer por la noche, hubo un acontecimiento que aunque no nos guste que manchara el suelo y quemara los tutores de nuestros fresnos, fue lindo, amable, previsible como todas las noches de San Juan. Lleno de magia y buen rollo. Ayer, si una pareja de policías se acerca a las personas congregadas y les dice, con cortesía, que la hoguera no tiene permiso, que ellos saben que es una tradición paro vamos a ver como se concilia estas dos cosas con lo que proponen que no se eche nada más a la fogata y que cuando se vaya extinguiendo la gente se marche y puedan los servicios de Lipasam hacer la limpieza de la plaza, esa situación se hubiera resuelto así. Con la gente disfrutando y contenta con una actuación sensata de la policía. No ocurrió nada de eso. Fue todo un despropósito. Faltó profesionalidad, sentido común, rigor. La policía está para resolver problemas no para crearlos y ayer, con su actuación absolutamente desproporcionada los crearon, hasta llegar a protagonizar episodios absolutamente intolerables en democracia, llenos de brutalidad policial y de maltrato a la ciudadanía. Zoido y Cabello tienen la obligación de no cerrar el asunto resguardados en una verdad oficial que es mentira. Zoido y Cabello tienen que abrir una investigación seria y objetiva, que escuchen las grabaciones del operativo, que lean las declaraciones y testimonios de sus ciudadanos y ciudadanas y que se depuren las responsablidades pertinentes, así como se pidan excusas a todas las personas a las que ayer una plácida noche terminó siendo una pesadilla. La mínima decencia democrática lo exige.

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