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Boletín Grupo 17 de Marzo, Mayo 2012
Enviado por Anónima el Mar, 05/06/2012 - 18:14.Boletín Mayo 2012
EDITORIAL: Legalidad, legitimidad y autogestión en tiempos de crisis
La fábula del “contrato social”
El discurso sobre Estado moderno suele estar dominado, como el Estado mismo, por la ideología imperante. Se va instalando una idea concreta en los ciudadanos: El Estado de Derecho existe porque es el menos malo de los sistemas que evitan que nos autodestruyamos y, colectivamente, hemos decidido esta forma de gobierno. Así, la idea del contrato social de Rousseau que Kant reafirma junto con Fichte queda en el “subconsciente social” como fundamento del sistema político que conocemos hoy.
El profesor de Historia Daniel Kendie estudia cómo, en su visión del Estado capitalista, Gramsci establece el concepto de “hegemonía” según el cual ciertas instituciones sociales (entre ella la escuela, la iglesia o la prensa) imponen este concepto de “consenso social”. Para los momentos en los que este consenso social se desestabiliza, el Estado se quita la máscara democrática y emplea sus armas de “dominación”, esto es, la policía, el ejército y otras instituciones represivas. De este modo, Gramsci rebatía a Marx respecto a la supuesta inevitabilidad de la llegada de la sociedad sin clases y explicaba el porqué en situaciones de crisis extremas el Estado no sólo no se destruye sino que refuerza sus cimientos.
Dura lex, sed lex
Otro concepto erróneo que está extendido en el monólogo (que no “discurso”) social es que las normas jurídicas son neutrales y que, como la leyes de la Física, se aplican de manera igual para todos. Al igual que la ley de la gravedad, ciertos fundamentos del Estado se ofrecen como inevitables e inamovibles bajo el paraguas del respeto a la “legalidad”. Este concepto, que puede o no coincidir con la legitimidad, debe ser rebatido cuando la norma afecte a los derechos humanos, que no deben tomarse como un “brindis al sol” sino como el punto de partida al que no queremos renunciar.
Joaquín Urías habla de la Ley como “fracaso del diálogo” y nos dice que Kelsen ya estableció que “la esencia de toda (norma) jurídica es un acto de voluntad, no de razón. O sea, que las leyes no dicen lo que dicen porque tenga que ser así necesariamente, sino porque alguien las ha escrito y ha decidido que sean así. En la sociedad hay, pues, gente que hace normas y gente que obedece las normas. Los que hacen las leyes son los únicos que, en un Estado de Derecho, ejercen el poder; los demás, lo sufren.”1 En general, la situación es incluso peor. En el ámbito del Derecho, aunque las obligaciones que pesan sobre los ciudadanos son puestas de manifiesto de diversas maneras (impuestos, multas, encarcelamiento), los derechos (o la forma de ejercerlos) son menos conocidos. En las presentaciones del Manual de Autodefensa Civil2 hemos visto como los derechos más básicos son ignorados o poco conocidos. En la introducción del manual hablamos de cómo en ocasiones el Estado parece acercarse a aquél descrito por Kafka en El Proceso, en el cual el protagonista era encausado y ajusticiado sin llegar a saber la base de su acusación. El sistema jurídico es, por lo tanto, un sistema extraño e impuesto al ciudadano, no un contrato en el que las partes negocian y acuerdan las cláusulas.
La autogestión y la autodeterminación como alternativas
En un momento en que el Estado se muestra una y otra vez contrario a lo que desea la ciudadanía (desmontando el Estado de Bienestar, entre otros asuntos) resulta necesaria una democratización profunda y radical de nuestra sociedad. Los movimientos sociales autogestionarios, como el movimiento okupa o el 15M, ofrecen desde la práctica diaria un nuevo modo de hacer las cosas.
Lo que se plantea desde los modelos asamblearios es que la ciudadanía se involucre directamente en los asuntos públicos a través del diálogo y el consenso. Centrándonos en el 15M, el trabajo en las diferentes comisiones y las asambleas muestra que, pese a lo que se viene machacando en la consciencia colectiva, es posible la auto-organización y la toma de decisiones colectivas desde ámbitos locales sin tener que contar con representantes para ello. El proceso de la toma de decisiones es, ciertamente, más lento, pero también más democrático. Sería deseable que, en aquellos casos en que los ciudadanos puedan regular sus relaciones por ellos mismos, se haga así y el Estado se aparte. En aquellos casos en los que no sea posible, quizá la ley pueda ser el último recurso. Ahora la situación es justamente la contraria: regulamos todo y, lo que no lo esté, ya veremos si no lo regularemos en el futuro.
1 http://jpurias.blogspot.com/2010/09/contra-la-bondad-absoluta-del-estado...
2 http://www.17demarzo.org/?q=node/30
Índice:
Presentación del Informe sobre Malos Tratos y Torturas en el Estado Español 2011
Charla sobre el Régimen FIES en Centro Social Sin Nombre (San Bernardo)
[ACTUALIZADO] (Repercusión en prensa) Nota de prensa del Grupo 17 de Marzo ante la prohibición en Sevilla de los actos del 12M15M
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