Esta "Semana Santa" ha sido especial. El pasado jueves, un nutrido grupo de compañeras y compañeros de la Asamblea de Carabanchel partió en dirección a Marinaleda para conocer de cerca la utopía que con sangre, sudor y lágrimas ha conseguido un pueblo unido tras más de tres décadas de lucha. Con su alcalde sin sueldo Juan Manuel Sánchez Gordillo a la cabeza, este municipio de cerca de 3.000 habitantes ha conseguido bordear el sistema para crear un mundo con el que muchos soñamos. Pero hoy no voy a hablar de Marinaleda. Creo que es mucho más urgente informar acerca de la situación que están viviendo los jornaleros y jornaleras que han tomado la Finca Somonte en Palma del Río, Córdoba.
Lola, una de las obreras del campo que habita en la finca desde que la ocuparan el 4 de marzo, estuvo el sábado en el programa Línea Directa de la televisión municipal de Marinaleda. Allí, explicó la lucha que están llevando a cabo y desde la Asamblea de Carabanchel decidimos que el mejor apoyo que podríamos ofrecerles era visitar la finca antes de partir de vuelta a Madrid. Y así lo hicimos.
María del Mar, una de las trabajadoras de Somonte |
Tras deambular por la zona, encontramos el camino de acceso a la finca, que aunque todavía pertenece a la Junta de Andalucía, se quiere privatizar, de ahí que haya salido tres veces a subasta en las últimas semanas -cuantas más veces sale a subasta, más se abarata el precio. De ahí que los especuladores estén tensando tanto la cuerda antes de pujar-. Allí, las familias que habitan en el cortijo, construido sospechosamente por la Junta, nos recibieron con los brazos abiertos. Varios jornaleros y jornaleras, encabezados por María del Mar y Javier, nos explicaron la lucha de Somonte.
El domingo 4 de marzo, unos 500 miembros del Sindicato de Obreros del Campo – Sindicato Andaluz de Trabajadores (SOC-SAT) ocuparon la finca, puesto que el día 5 salía a subasta. Su principal queja es que habiendo tierra para trabajar, la Junta de Andalucía las vende sin pensar en las más de 1.700 personas paradas en Palma del Río y más de 4.000 si se suman todas las de los pueblos de alrededor. El objetivo del SOC-SAT es que esta inmensa finca de cerca de 400 hectáreas pase a manos de cooperativas formadas por jornaleros y jornaleras en paro en vez de a manos de banqueros y terratenientes.
A partir de ese día, unas 30 personas de Posadas, Palma del Río y otros pueblos vecinos se quedaron en el lugar y empezaron a trabajar la tierra. Y no piensan salir de ahí. “Si me sacan, será con lo pies por delante”, asegura un viejo agricultor, que aunque tenía poco más de 55 años, parece tener muchos más. La dureza del campo se reflejaba en su rostro. Sus palabras cortaban el aire: “¿Qué puedo hacer yo a mi edad? Las tierras están paradas, controladas por las manos de los terratenientes. Las usan para probar con biocombustibles, que es lo único que les importa. Pero la tierra es nuestra, de los trabajadores”. Con los ojos humedecidos y la voz entrecortada, dijo que ellos no quieren subsidios ni limosnas: “Lo que queremos es trabajar”.
Javier, otro de los trabajadores de Somonte |
Según explicaron, las cooperativas de Marinaleda van a apoyar a Somonte con la compra de los primeros productos que den las tierras ocupadas, así como en la presión que haya que hacer en la Junta de Andalucía o en Madrid. Todos coinciden en que la autogestión de la tierra por los propios trabajadores y trabajadoras creará el máximo número de empleo y favorecerá al desarrollo de la economía local y comarcal.
La finca de Somonte se distribuye en 359 hectáreas de secano y 41 de regadío. En una primera etapa, la parte de regadío podría dar trabajo a unas 50 personas mediante el cultivo de espárragos, cebollas, pimientos y otras hortalizas. A medio plazo, aseguran que se podría crear mucho más empleo a través del cultivo social de todo el terreno, de agroindustrias y comercialización de los productos por medio de las inversiones necesarias.
El día a día en Somonte
En los primeros días, las familias que se mudaron al cortijo de la finca crearon distintas comisiones que se encargan de logística, trabajo en el campo, limpieza o propaganda de la situación. De hecho, como nos confirmaron, cada vez son más los visitantes que llegan a la finca para mostrar su apoyo a los agricultores. Pero la vida del campo es dura. La jornada comienza a las 5:30 horas, cuando se levanta el compañero encargado de preparar el desayuno. A las 7:00 está todo el mundo en pie y a las 8:00 de la mañana se lleva a los niños y niñas al colegio, mientras el resto se dedica a las tareas que le fueron asignadas en la asamblea de la noche anterior. A las 14:00 horas es la hora de la comida y tras una breve pausa vuelven al tajo hasta las 19:00 horas. Después, cena, asamblea general y un merecido descanso antes de volver a empezar.
Actualmente, ya tienen habilitada una huerta para el autonconsumo, así como el goteo para regarla, procedente de uno de los dos pozos que hay en la finca. También han construido un chozo artesanal para guardar las herramientas y han plantado las primeras encinas alrededor del cortijo, puesto que tanto por la quema de rastrojos como por la tala indiscriminada, apenas hay arbolea autóctona en todo el paraje. Asimismo, han levantado ya un gallinero y un corral, pues les han regalado un gallo y una docena de gallinas, además de una cabra.
La vida discurre con alegría en Somonte. Los trabajadores y trabajadoras que hasta ahora estaban parados ya tienen trabajo. Han pintado el cortijo y lo han acondicionado para que resulte más confortable. Pero ante todo, tienen claro que seguirán luchando, cueste lo que cueste. “La lucha revolucionaria es la única opción de la clase trabajadora para conducirnos a la liberación”, explican. “Queremos una lucha revolucionaria por la tierra, para el pueblo y por el pueblo, porque la tierra es para quien la trabaje”.
Mensajes de apoyo en el cortijo de la finca |
Por tanto, piden ayuda para que su voz llegue a todos sitios. El apoyo de todos y todas servirá para que su justo sueño siga adelante. La Asamblea de Carabanchel decidió dejar todo el bote que llevaba y también algo de comida que llevábamos para el viaje. Pero cualquier ayuda es poca. Sobre todo hacen falta parados y paradas con ganas de levantar su vida. Hacen falta manos. Por ello, creo que todas las personas en desempleo deberían apoyarles y seguir su ejemplo. Porque la tierra, como el agua o el viento, no pertenecen a nadie. Son derechos de los pueblos que la habitan y la trabajan. ¡Somonte resiste!
Fotos: Jesús (@enlohorizontal)