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LLAMAMIENTO POR UNA CANDIDATURA POPULAR A LAS PROXIMAS ELECCIONES LOCALES DE SEVILLA

 

Estimados/as compañeros/as:

Personas activas en diversas luchas sociales hemos decidido convocar una reunión a celebrar el próximo SABADO 20 DE MARZO A LAS 10,30 EN EL CENTRO CIVICO LA BUHAIRA para discutir la propuesta contenida en este llamamiento. Te invitamos a asistir y a difundir ampliamente esta convocatoria.

           

 

 

LLAMAMIENTO POR UNA CANDIDATURA POPULAR A LAS PROXIMAS ELECCIONES LOCALES DE SEVILLA

 

 

La crisis capitalista que estamos padeciendo ha terminado de poner al descubierto el tipo de sociedad en la que vivimos. Salvados con dinero público, los bancos y las grandes empresas ven crecer sus ganancias mientras pymes y autónomos quiebran, el paro se desboca, la gente pierde sus viviendas y se multiplica el déficit público. Aprovechando el pánico social creado, los poderosos negocian a la baja los salarios y una reforma laboral regresiva, privatizan servicios públicos, reducen el gasto social, aumentan los impuestos indirectos y orquestan en definitiva un gran acuerdo político para implantar un ajuste duro sin anestesia.

 

La derecha y los poderes financieros vienen  ganando el pulso de las luchas sociales que apenas si pueden dar respuestas parciales y, a lo sumo, frenar de vez en cuando algunas agresiones. A muchos nos sorprende que a pesar de que a la crisis se ha sumado algunas calamidades climáticas, la paz social se mantiene salvo dignas excepciones.

 

En Sevilla, el llamado gobierno de progreso ha gestionado algunos aspectos de modo diferente a como gobierna la derecha, pero no ha introducido ningún cambio relevante en la política económica ni en el modelo de convivencia y de participación. Durante los últimos siete años hemos visto como se aprueban ordenanzas cívicas, se desaloja centros sociales, se destruye parques gestionados por los vecinos, se consiente la brutalidad policial, se obstaculiza proyectos y espacios gestionados por la ciudadanía, se facilita la privatización de TUSSAM, se ningunea a la ciudadanía; desahucios, corrupción, despilfarro de los recursos públicos, destrucción del patrimonio histórico y negación del derecho a la ciudad o más bien a una ciudad con derechos....

 

            Esa actitud debilita aún más a las fuerzas y organizaciones llamadas de izquierda, de forma que resultan cada vez más inoperantes y cómplices del estatus quo, lo que provoca más frustración y alejamiento de la vida política y del compromiso ciudadano mientras se envalentona la derecha.

 

            Paralelamente, con el aliento de la resistencia contra la celebración en nuestra ciudad del Consejo de Europa y el más masivo de la oposición a la guerra de Irak,  diversas iniciativas han consolidado en algunos grupos activos la conciencia de que son posibles ciertos cambios en nuestra vida si los afectados se lo proponen con decisión y habilidad.

 

            Hemos alcanzado o estamos cerca de alcanzar lo que a veces hemos llamado la “masa crítica”, esa cantidad, variedad y calidad de protagonismo social que nos permite plantearnos con confianza acciones e intervenciones de muchos tipos. El punto débil, o lo que le impide tener efectos multiplicadores, de esa “masa crítica” radica en su falta de cohesión. Sin duda esa carencia es relativa: todos/as sentimos que nos vincula una suerte de simpatía, hay personas que construyen y mantienen puentes informales entre las diversas experiencias y funcionan, a trancas y barrancas, las convocatorias múltiples, pero los encuentros eficaces y hasta las meras coordinaciones de agenda son costosos de articular. En este estado que no va más allá de un agregado de particularismos bien avenidos, cualquier proyecto que intente superar lo concreto y lo inmediato parece difícil de concebir.

 

            Los movimientos sociales y ciudadanos no hemos sabido ni querido ser sujeto político con capacidad de reconocimiento por el conjunto de las clases populares ni para influir con intensidad en los grandes ejes de la política local.

 

            Esta situación debe y puede cambiar. Las condiciones de vida empeoran y el malestar social crece. Las últimas encuestas de opinión revelan un incremento del desafecto de la ciudadanía hacia todas las formaciones políticas mayoritarias pero con un balance a favor de la derecha. Agotado ya cualquier atisbo de capacidad reformadora de la socialdemocracia, la reacción autoritaria ultraliberal puede ser devastadora, mientras las luchas particulares se ahogan en su impotente soledad, si no surge un referente político capaz de convertir ese malestar en rebelión emancipadora. Al día de hoy actúan en nuestra ciudad un buen puñado de iniciativas sociales y centenares de personas de probada experiencia, generosidad y capacidad cuya convergencia puede crear el referente que necesitamos.

 

Quienes hacemos este llamamiento somos mujeres y hombres de Sevilla que queremos alzar la voz de la esperanza junto a decenas de colectivos sociales que luchan en diferentes terrenos: la ecología, las migraciones, la exclusión social, las luchas barriales, el derecho a la vivienda, los espacios y servicios públicos, las condiciones laborales, la paz, las libertades públicas, la igualdad de género, el patrimonio cultural, la creatividad artística, el libre acceso al conocimiento y la cultura… y, en definitiva, todas aquellas personas que no se resignan y estan decididas a tomar en sus manos las riendas de sus vidas.

 

Queremos aprender a hablar en un lenguaje común que nos de fuerza y capacidad de acción conjunta. Desde la convicción, de que lo bueno está por venir, que el futuro no está escrito, y que la nueva historia de la humanidad la tenemos que construir entre todos.

 

            Dentro de año y medio se celebrarán las próximas elecciones locales. Es superfluo insistir en su relevancia para el movimiento vecinal y ciudadano y en su capacidad para preocupar y ocupar a las personas interesadas en el hacer local y el pensamiento global. Tanto como en el escepticismo que provoca a estas alturas cualquier manifestación de la democracia representativa en muchos/as de nosotros/as. Pero ahí están.

 

            Puede representar una ocasión para ensayar un camino. Se trataría de articular e impulsar una candidatura no partidaria que se asentara sobre todo lo que se mueve con carácter alternativo y cívico en la ciudad pero con afán de trascenderlo hacia otros muchos sectores que no se sienten vinculados con las candidaturas partidarias a las que no votan o votan como mal menor, padecen un malestar difuso e incluso detestan por insuficiente y perverso el sistema democrático-representativo. Pero sectores cuya voluntad es usurpada por los actores del sistema que tras las elecciones  manifiestan sin ambages ostentar su representación. Estamos hablando de la mitad de la población.

 

            Una candidatura de este tipo tendría que construirse mediante el sistema de la agrupación de electores, esto es, mediante la recogida de las cinco mil firmas requeridas, lo que pondría a prueba su oportunidad y sería una buena manera de comprobar si encuentra una elemental aprobación entre la ciudadanía. El núcleo motor sería la coordinación voluntaria de los numerosos/as ciudadanos/as activos/as a los que hemos hecho referencia o, mejor aún, asambleas territoriales de interesados/as convocadas por éstos. Son las que discutirían la oportunidad de la idea y conformarían un esbozo de programa o ideario. Este programa versaría sobre necesidades particulares de los territorios y globales de la ciudad, así como las pautas básicas de conducta para el caso de obtener representación. Sobre este tema hay poco que decir ahora ya que los principios básicos son conocidos por compartidos (participación, igualdad, supervivencia…) y cada cual conoce las propuestas específicas de su ámbito.

 

            Esta candidatura proclamaría públicamente su decisión de no gobernar ni sola ni en coalición, ni votar a nadie para hacerlo; no sólo porque es consciente de que no goza de la confianza de la mayoría, sino también porque ni lo pretende ni podría hacerlo en el actual estado de cosas. Cree que el gobierno no se ejerce por unos pocos sobre el resto sino por el conjunto del pueblo. No presenta pues candidato/a a la alcaldía y anuncia que decidirá sobre cada propuesta práctica con entera libertad.

 

            No se presenta en disputa con las otras candidaturas ni pretende convencer a sus votantes; simplemente concurre a la misma fiesta con sus propios/as amigos/as.

           

            Su composición de género será paritaria y evitará liderazgos formales o informales a fin de huir de cualquier amenaza de personalismos. Cree que cualquiera vale para la tarea o al menos puede aprender con facilidad. Lo que avala su utilidad no son sus candidatos/as sino el movimiento social que la sustenta y al que sirve.

 

            De obtener electos/as, serán portavoces de ese movimiento y actuaran en constante coordinación con el resto de la candidatura. Nadie permanecerá largo tiempo en el sillón, apenas dos o tres meses, pues intentará que durante el mandato roten todos/as sus componentes. De ser preciso establecerá un sistema de revocación de sus electos/as.

 

            Su vocación es la de convertirse en un instrumento útil para el movimiento popular poniendo a su servicio el conjunto de medios que su inserción en la institución le procure.

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