Indymedia Estrecho / Madiaq - reflexión http://estrecho.indymedia.org/taxonomy/term/1081/0 es Estudio del Estado http://estrecho.indymedia.org/general/noticia/estudio-del-estado <p><a href="http://docs.google.com/file/d/0B-ytYisS9kGgSURuMWxrckwyelU" title="http://docs.google.com/file/d/0B-ytYisS9kGgSURuMWxrckwyelU">http://docs.google.com/file/d/0B-ytYisS9kGgSURuMWxrckwyelU</a> <a href="http://www.scribd.com/doc/160513573/Felix-Rodrigo-Mora-Estudio-del-Estado" title="http://www.scribd.com/doc/160513573/Felix-Rodrigo-Mora-Estudio-del-Estado">http://www.scribd.com/doc/160513573/Felix-Rodrigo-Mora-Estudio-del-Estado</a> (ensayo en pdf) El ensayo que se presenta a continuaci&oacute;n es un documento novedoso y sumamente interesante. Dentro de lo que podemos llamar &ldquo;opositores al sistema capitalista&rdquo; es imposible encontrar una cr&iacute;tica al Estado de estas magnitudes. Por un lado, nos aporta una visi&oacute;n hist&oacute;rica de la construcci&oacute;n del Estado y m&aacute;s concretamente del Estado moderno y el sistema parlamentarista por el que nos regimos actualmente. Analiza de modo audaz la relaci&oacute;n que hay entre Estado y econom&iacute;a, entre Estado y capitalismo en sus diferentes fases, ya sea m&aacute;s liberal o m&aacute;s intervencionista. Y sobretodo desmonta t&oacute;picos y mentiras que, hoy por hoy, en medio de esta gran crisis capitalista que m&aacute;s evidenc&iacute;a la miseria del sistema pol&iacute;tico-econ&oacute;mico, siguen d&aacute;ndose como verdades absolutas y nadie cuestiona, en un amplio abanico que va desde la socialdemocracia cl&aacute;sica a la llamada izquierda radical. No se desmontan tales t&oacute;picos de cualquier forma sino con argumentaciones razonadas, hechos hist&oacute;ricos y l&uacute;cidos an&aacute;lisis de la realidad. &iquest;Es lo estatal realmente p&uacute;blico? &iquest;Puede existir un Estado no capitalista? &iquest;Cu&aacute;l es la funci&oacute;n y maquinaria del Estado? &iquest;Es simplemente la de &ldquo;administrar&rdquo;, como inocentemente se dice? &iquest;Cu&aacute;les son sus ra&iacute;ces hist&oacute;rico-filos&oacute;ficas? &iquest;Hasta qu&eacute; punto es revolucionario pedirle cont&iacute;nuamente al &ldquo;padre&rdquo; Estado m&aacute;s leyes, m&aacute;s reformas, m&aacute;s &ldquo;migas&rdquo;? &iquest;Se equivocan el movimiento antiglobalizaci&oacute;n y/o el 15M en presentar al Estado como un ente v&aacute;lido y bueno que s&oacute;lo est&aacute; mal gestionado? &Eacute;stas y otras muchas preguntas encuentran respuesta en el texto que empieza a continuaci&oacute;n. Estudio del Estado en buena manera no es un an&aacute;lisis nuevo. En su esencia guarda similitud con el an&aacute;lisis cl&aacute;sico del Estado que pudieran hacer en otro momento autores como Bakunin, Kropotkin, Anselmo Lorenzo, Reclus, Malatesta... Pero s&iacute; que aporta interesantes datos y reflexiones nuevas que analizan el papel del Estado hasta nuestros d&iacute;as y ofrece razonamientos concretados sobre el error que supone creer firmemente en la estructura del Estado incluso desde postulados que se denominan &ldquo;antisistema&rdquo;. En los tiempos que corren es casi un &ldquo;delito&rdquo;, incluso en c&iacute;rculos &ldquo;cr&iacute;ticos con el sistema&rdquo;, atacar al Estado en todas sus vertientes. Se ha dado por sentado, a trav&eacute;s de tantos canales, que el Estado es bueno y necesario, que se es un superviviente al decir lo contrario. Por esto este ensayo es tambi&eacute;n valiente. F&eacute;lix Rodrigo Mora nos ha dado ideas y razones suficientes para seguir defendiendo la t&iacute;pica frase anarquista &ldquo;&iquest;c&oacute;mo quieres que el Estado resuelva tus problemas si el problema es el Estado?&rdquo;. Y este axioma, con todo lo que conlleva, no lo deber&iacute;an perder de vista ni el anarcosindicalismo ni los revolucionarios, porque dejar&iacute;an de serlo. Sin el Estado, dicen los burgueses, reinar&iacute;a el caos, porque el ser humano no puede vivir sin &eacute;l, es necesario para mantener el orden (homo homini lupus). Desmontemos las excusas de los poderosos o de quienes les justifican y prepar&eacute;monos para el cambio. Federaci&oacute;n local de Madrid de la CNT-AIT</p> http://estrecho.indymedia.org/general/noticia/estudio-del-estado#comments General anticapitalismo debate estado estudio formación reflexión revolución Fri, 16 Aug 2013 19:55:51 +0000 6298 at http://estrecho.indymedia.org Desenmascaremos el ’92 http://estrecho.indymedia.org/sevilla/noticia/desenmascaremos-92 <p><i>&laquo;EXPO&rsquo;92 debe representar el inicio de un milenio en el que los medios de la guerra se pongan al servicio de la paz, de la cultura y de la educaci&oacute;n&raquo;</i> estas fueron las palabras pronunciadas a casi un a&ntilde;o de la inauguraci&oacute;n del macroevento, el 9 de abril de 1.991, por Federico Mayor Zaragoza, Presidente de Unicef. Aquello <a rel="external" class="spip_out" href="http://expo92.es/wiki/index.php#seccion_0">se nos vendi&oacute;</a> como lo &quot;m&aacute;s grande, innovador y maravilloso del mundo&quot;. La EXPO&rsquo;92 era la entrada por la puerta grande a la modernidad, primero a una ciudad importante pero perif&eacute;rica (<a class="spip_out" href="http://13festival.zemos98.org/Recuperemos-el-92">llegaba el AVE</a>), segundo a una regi&oacute;n en plena fase de consolidaci&oacute;n de su autonom&iacute;a y tercero a un pa&iacute;s con una democracia adolescente que hab&iacute;a reci&eacute;n ingresado en la Comunidad Econ&oacute;mica Europea.</p> <p>Las palabras del Presidente de Unicef ahora nos parecen hasta ingenuas. Pero <a rel="external" class="spip_out" href="http://equipo.zemos98.org/Bienvenido-al-programa-de">no nos olvidemos</a> que el nivel de ingenuidad sigue instalado en la pol&iacute;tica de los macroeventos, sean cuales sean los objetivos del mismo. En este peque&ntilde;o post quer&iacute;amos compartir unos documentos que consideramos importantes, elaborados por los movimientos contra la EXPO&rsquo;92.</p> <p>Seguir leyendo: <a href="http://13festival.zemos98.org/Desenmascaremos-el-92">http://13festival.zemos98.org/Desenmascaremos-el-92</a></p> http://estrecho.indymedia.org/sevilla/noticia/desenmascaremos-92#comments Sevilla EXPO'92 reflexión represión ZEMOS98 Thu, 20 Jan 2011 09:53:58 +0000 moreno 3304 at http://estrecho.indymedia.org Algunas notas sobre militancia política (la reflexión no ocupa lugar) http://estrecho.indymedia.org/general/noticia/algunas-notas-militancia-pol%C3%ADtica-reflexi%C3%B3n-no-ocupa-lugar <p>&nbsp;</p> <h1 class="titre">Algunas notas sobre militancia pol&iacute;tica</h1> <div class="chapo">A nadie se le escapa que vivimos tiempos de confusi&oacute;n y falta de certezas y expectativas en todo lo que se refiere a modos de cuestionamiento y oposici&oacute;n real al sistema imperante. Tratar de explicar cu&aacute;les son las causas, formas y consecuencias de este descr&eacute;dito y fuerte vaciamiento de lo que han sido hasta ahora ciertas expresiones centrales de lo pol&iacute;tico resulta a la vez complejo y contradictorio.</div> <p><br class="nettoyeur" /></p> <div class="texte"> <p class="spip">Estos son momentos en que las preguntas superan a las respuestas, pero donde hay que hacer esfuerzos por repensar qu&eacute; y para qu&eacute; es lo que hacemos, donde nos situamos, c&oacute;mo percibimos nuestro compromiso pol&iacute;tico y que inciertas salidas se vislumbran. No pretendemos, por tanto, dar respuesta cerradas o soluciones m&aacute;gicas, pero s&iacute; acercarnos con humildad a un tema que hoy se nos antoja directo y fundamental.</p> <h2>Un panorama desolador</h2> <p class="spip">En buena parte de los grupos y movimientos sociales y pol&iacute;ticos las palabras debilidad, desilusi&oacute;n, fracaso, desmotivaci&oacute;n, falta de incidencia, etc. son frecuentes en estos d&iacute;as. . Se milita a menudo sin convicci&oacute;n, para acallar la mala conciencia, o &ldquo;por si acaso...&rdquo;. Percibimos adem&aacute;s que lo que hacemos no sirve, es testimonial, ritual, espectacular o tiene una incidencia escasa, a veces merced a notables esfuerzos</p> <p class="spip">Si abordamos el tema comenzando por una visi&oacute;n &laquo;macro&raquo; quiz&aacute;s lo m&aacute;s inmediato ser&iacute;a referirnos a los cambios hist&oacute;ricos y a los fuertes condicionamientos sociales que derivan de la imposici&oacute;n del actual modelo industrial-capitalista globalizado.</p> <p class="spip">Tras la ca&iacute;da del muro de Berl&iacute;n y la extensi&oacute;n de un nuevo orden a escala planetaria se configura un panorama ciertamente desolador y que se nos vende sin alternativa posible fuera de los cauces establecidos (la democracia se configura as&iacute; como la forma de dominaci&oacute;n que sale m&aacute;s barata). Un mundo dominado por la brutalidad de las nuevas formas de imperialismo econ&oacute;mico y militar, por el agudizamiento de las desigualdades y del control social bajo la excusa (o no) del combate contra el terrorismo, y por la cada vez mayor obscenidad y cinismo criminal y genocida en la gesti&oacute;n de los problemas, cat&aacute;strofes y guerras que genera el propio sistema. Este escenario da lugar a m&uacute;ltiples situaciones ca&oacute;ticas o de desorden (incluso en el propio coraz&oacute;n de Occidente) y a nuevas resistencias y respuestas (algunas brutales y otras m&aacute;s o menos extendidas o virtuales), pero tambi&eacute;n a una sumisi&oacute;n y aplastamiento psicol&oacute;gico y vital generalizados. Un malestar o &laquo;angustia existencial&raquo; suavizados por la capacidad de seducci&oacute;n e integraci&oacute;n social del Sistema (principalmente en el llamado Primer Mundo) a trav&eacute;s del marketing, de los medios de comunicaci&oacute;n, del consumo desbocado o de formas de vida cada vez m&aacute;s alienadas, limitadas y dependientes.</p> <h2>El peso de la ideolog&iacute;a dominante</h2> <p class="spip">Un acercamiento a la crisis del compromiso pol&iacute;tico nos remite a una serie de problemas y valores que tienen que ver con aspectos sociol&oacute;gicos, culturales, pol&iacute;ticos, hist&oacute;ricos, econ&oacute;micos o psicol&oacute;gicos.</p> <p class="spip">En primer lugar, hay que referirse a la incidencia que la ideolog&iacute;a dominante tiene a la hora de descomponer el tejido social, de atomizar las luchas, de generar aislamiento e incomunicaci&oacute;n entre los individuos y de provocar confusi&oacute;n y desaliento. Esta ideolog&iacute;a se expresa en la pr&aacute;ctica a trav&eacute;s de la difusi&oacute;n de nuevos valores que inciden en la inmediatez del disfrute hedonista, en el individualismo ego&iacute;sta o en la irresponsabilidad respecto a las propias acciones.</p> <p class="spip">A esto se suman otros factores estructurales que van conformando mentalidades adecuadas a las necesidades de mantenimiento del orden establecido. La institucionalizaci&oacute;n social (trasvase de la vitalidad del tejido social a las instituciones, que la encauzan y rentabilizan) genera formas de pasividad, delegacionismo, dependencia y pseudointervenci&oacute;n pol&iacute;tica. Una realidad especialmente visible en el &aacute;mbito de la &laquo;cultura&raquo;, como instrumento privilegiado de control social; Control evidenciado a trav&eacute;s de la colonizaci&oacute;n del tiempo libre, relleno con cultura espectacular y subvencionada, con las nuevas tecnolog&iacute;as, o con la expansi&oacute;n inusitada de los viajes (en un proceso de hipermovilidad y desterritorializaci&oacute;n o p&eacute;rdida de lazos con un espacio concreto) y otras formas de consumo (fiestas, drogas, est&eacute;tica, evasi&oacute;n, etc.). El compromiso pol&iacute;tico se convierte as&iacute; en una mezcla de gustos y aficiones, de naturalizaci&oacute;n de las contradicciones, de utilitarismo (cultura de la subvenci&oacute;n) o rentabilidad econ&oacute;mica (profesionalizaci&oacute;n de la pol&iacute;tica) y de radicalismo postmoderno, est&eacute;tico e inofensivo.</p> <p class="spip">La expansi&oacute;n de este tipo de pr&aacute;cticas se dan en un contexto de artificializaci&oacute;n de la vida y destrucci&oacute;n de formas pret&eacute;ritas de socializaci&oacute;n, a la vez que avanzan nuevas modos de individualismo y conservadurismo en una sociedad sometida a la dictadura de la econom&iacute;a, fuente de precariedad, inseguridad y endeudamiento.</p> <h2>Crisis del compromiso pol&iacute;tico</h2> <p class="spip">El compromiso pol&iacute;tico fuera de estos par&aacute;metros resulta complicado, puesto que se oscurece concebirlo o visualizarlo de otra manera. En este sentido, la crisis o el mayor o menor descr&eacute;dito de dos de los principales referentes hist&oacute;ricos y pol&iacute;ticos (el marxismo y el anarquismo), as&iacute; como los sucesivos fracasos, traiciones o derrotas proletarias del siglo XX han afectado a un concepto con ellos asociado: la idea de revoluci&oacute;n, que hoy no s&oacute;lo parece presentarse como imposible, sino como impensable. El cambio social, el empe&ntilde;o de derribar las estructuras de dominaci&oacute;n y dar paso a la utop&iacute;a moviliz&oacute; durante largos a&ntilde;os una considerable fuerza e ilusi&oacute;n sociales, ya que se conceb&iacute;a la revoluci&oacute;n no s&oacute;lo como algo posible, sino tambi&eacute;n cercano.</p> <p class="spip">Hoy, sin embargo, en un mundo sometido a una determinada l&oacute;gica econ&oacute;mica y a un tipo de relaciones sociales se hace muy dif&iacute;cil tanto poder imaginar algo diferente como tener una vivencia cotidiana de una realidad alternativa m&aacute;s all&aacute; de peque&ntilde;os espacios. La esquizofrenia y las contradicciones son consustanciales a cualquier pr&aacute;ctica que se pretenda cr&iacute;tica y radical. Una tensi&oacute;n que se hace muy patente en la intersecci&oacute;n entre lo individual y lo colectivo.</p> <h2>La militancia alienada</h2> <p class="spip">No es posible, sin embargo, achacar todo los males a la influencia de las estructura sociales a la hora de hablar de la crisis de lo pol&iacute;tico. Precisamente este t&eacute;rmino de lo &laquo;pol&iacute;tico&raquo; ha estado a menudo limitado a determinadas pr&aacute;cticas y formas de militancia. La llamada &laquo;izquierda&raquo; y otras expresiones de pol&iacute;ticas radicales han desplegado a lo largo de su historia toda una parafernalia y una personalidad que en buena medida ha contribuido a su descr&eacute;dito, sobre todo cuando no han sabido interpretar cr&iacute;ticamente las transformaciones hist&oacute;ricas, sumidas en sus propios problemas, l&iacute;mites y ambig&uuml;edades, o directamente en el esfuerzo por integrarse institucionalmente.</p> <p class="spip">Podemos apuntar algunas de las caracter&iacute;sticas de este tipo de militancia pol&iacute;tica alienada en los &uacute;ltimos tiempos:</p> <p class="spip"><img alt="-" src="http://nodo50.org/local/cache-vignettes/L8xH11/puce-b95cf.gif" />&nbsp;<strong class="spip">Inercia, rutina y falta de autocr&iacute;tica</strong>. &laquo;La &uacute;nica lucha que se pierde es la que se abandona&raquo; dice un famoso lema, pero lo cierto es que es f&aacute;cil encontrar excusas para no plantearse las propias contradicciones y seguir din&aacute;micas heredadas o no cuestionadas. Determinadas rutinas organizativas o propagand&iacute;sticas han entrado en crisis en los &uacute;ltimos tiempos, sin que se hayan encontrado soluciones satisfactorias que intenten trascender ciertos t&oacute;picos o pr&aacute;cticas profundamente arraigadas.</p> <p class="spip"><img alt="-" src="http://nodo50.org/local/cache-vignettes/L8xH11/puce-b95cf.gif" />&nbsp;<strong class="spip">P&eacute;rdida del sentido de la lucha y de la autoorganizaci&oacute;n</strong>. En la actualidad tambi&eacute;n se da un replanteamiento del sentido de la intervenci&oacute;n social a gran escala y de si &eacute;sta lleva realmente a alg&uacute;n lugar. La p&eacute;rdida del suelo ideol&oacute;gico y de la visibilidad de cambios sociales a corto o medio plazo hace que no sea f&aacute;cil participar en movimientos sociales y que la labor pol&iacute;tica se vea m&aacute;s como algo personal y testimonial (de denuncia y ejemplo). La autoorganizaci&oacute;n social ha dejado su lugar a la idea de que instituciones o profesionales tienen que ser los que resuelvan los problemas. La ideolog&iacute;a del sistema ha conseguido interiorizar en las mentes que no es posible hacer nada por nuestra cuenta para cambiar las cosas. A pesar su descr&eacute;dito, partidos y sindicatos siguen ocupando las grandes columnas medi&aacute;ticas, de la mano de la cultura de la representaci&oacute;n, las ONGs y el estado del bienestar.</p> <p class="spip"><img alt="-" src="http://nodo50.org/local/cache-vignettes/L8xH11/puce-b95cf.gif" />&nbsp;<strong class="spip">Falta de trabajo colectivo</strong>. Muchos grupos o movimientos, incluso algunos con cierta dimensi&oacute;n, se mantienen gracias al trabajo de un reducido n&uacute;mero de personas, frente la delegaci&oacute;n, pasividad o circunstancias personales del resto.Estas personas son los que le dinamizan y dan continuidad a muchos proyectos colectivos. En algunos casos, los grupos se mantienen por la existencia de una o varias personas liberadas y en otros por el empe&ntilde;o personal. El primer caso muestra de una cierta artificialidad puesto que muchas veces no se mantendr&iacute;a una actividad constante o el grupo desaparecer&iacute;a sin la presencia de personas liberadas. En el segundo caso, aunque la voluntad sea el motor de la lucha pol&iacute;tica, se produce una precariedad cr&oacute;nica, que a menudo esconde fantas&iacute;as entorno a lo colectivo y est&aacute; sometido a los m&uacute;ltiples vaivenes y condicionantes.</p> <p class="spip"><img alt="-" src="http://nodo50.org/local/cache-vignettes/L8xH11/puce-b95cf.gif" />&nbsp;<strong class="spip"> Activismo</strong>. El hacer se ha convertido en un valor superior dentro de la militancia pol&iacute;tica, sin que se defina muy bien qu&eacute; es hacer. En la pr&aacute;ctica se ha asociado a participar activamente de las formas de intervenci&oacute;n establecidas, incidiendo en lo cuantitativo, tanto en el n&uacute;mero de acciones como en el de luchas en las que se participa (es com&uacute;n que un militante participe en varios grupos o luchas). El lado opuesto ser&iacute;a la cr&iacute;tica que rehuye cualquier implicaci&oacute;n pr&aacute;ctica.</p> <p class="spip"><img alt="-" src="http://nodo50.org/local/cache-vignettes/L8xH11/puce-b95cf.gif" />&nbsp;<strong class="spip">El &laquo;ciclo activista&raquo;</strong> . Esta es una tendencia relativamente nueva y asociada en buena medida al &aacute;mbito estudiantil. Mucha gente empieza a participar en pol&iacute;tica durante el periodo previo a su entrada en el mercado laboral, que supone el final de su ciclo activista. Anteriormente, (cuando todav&iacute;a la globalizaci&oacute;n econ&oacute;mica y la desterritorializaci&oacute;n de la producci&oacute;n industrial no estaban tan desarrolladas) se produc&iacute;a una tendencia contraria, es decir, el comienzo de la vida laboral situaba ante una realidad de explotaci&oacute;n que obligaba a tomar partido y a politizarse. En la actualidad la opci&oacute;n de militar es casi est&eacute;tica; se trata de una decisi&oacute;n mucho m&aacute;s abstracta y voluntarista.</p> <p class="spip"><img alt="-" src="http://nodo50.org/local/cache-vignettes/L8xH11/puce-b95cf.gif" />&nbsp;<strong class="spip">Escisi&oacute;n entre lo personal y lo colectivo</strong>. En muchos casos la militancia ha sido una forma de tratar de tapar las propias contradicciones, carencias y miserias de la cotidianidad, en una suerte de compartimento estanco, en el que se pretende lograr la coherencia a trav&eacute;s de un denodado o autocomplaciente activismo, de la elaboraci&oacute;n del discurso y de la formaci&oacute;n intelectual. El poder del ejemplo como forma de contagio o del convecimiento razonado se limitan no s&oacute;lo por la fuerza de la realidad, sino por la falta de atractivo de una militancia, que a veces es una mezcla de propagandismo estresado e intelectualismo elitista y resentido.</p> <p class="spip"><img alt="-" src="http://nodo50.org/local/cache-vignettes/L8xH11/puce-b95cf.gif" />&nbsp;<strong class="spip">Escisi&oacute;n entre militantes y no militantes</strong>. El imaginario y las preocupaciones y debates ideol&oacute;gicos y pol&iacute;ticos tienen poco que ver con los intereses y valores que se evidencian fuera del gueto.</p> <p class="spip"><img alt="-" src="http://nodo50.org/local/cache-vignettes/L8xH11/puce-b95cf.gif" />&nbsp;Falta de experimentaci&oacute;n. Aunque hist&oacute;ricamente se han dado m&uacute;ltiples intentos por llevar a cabo los planteamientos te&oacute;ricos de otras formas de vida (colectividades, ocupaciones, comunas, liberaci&oacute;n del cuerpo, etc.), estas siguen siendo minoritarias y dif&iacute;ciles de sostener en el tiempo.</p> <p class="spip"><img alt="-" src="http://nodo50.org/local/cache-vignettes/L8xH11/puce-b95cf.gif" />&nbsp;<strong class="spip">Autoenga&ntilde;o y culto a la organizaci&oacute;n</strong>. A menudo la ideolog&iacute;a y la estrategia pol&iacute;tica han creado fantas&iacute;as o interpretaciones de la realidad supeditadas o adaptadas a concepciones y visiones sectarias y dogm&aacute;ticas de la realidad. En este sentido, la Organizaci&oacute;n se ha convertido a menudo en t&oacute;tem y tab&uacute;, en fuente primordial de sentido, mecanismo de sumisi&oacute;n y filtro para la cr&iacute;tica y el pensamiento propio.</p> <p class="spip"><img alt="-" src="http://nodo50.org/local/cache-vignettes/L8xH11/puce-b95cf.gif" />&nbsp;<strong class="spip">Autoritarismo y falta de &eacute;tica</strong>. En los comportamientos de muchos grupos de izquierda, anarquistas o aut&oacute;nomos se ha evidenciado cierto mesianismo que parece convertirlos en una especie de centro del universo. A partir de ah&iacute; se han generado, por ejemplo, los planteamientos de &laquo;mi lucha es la m&aacute;s importante&raquo; y &laquo;quien no est&aacute; conmigo est&aacute; contra m&iacute;&raquo;. La manipulaci&oacute;n, las peleas internas por el poder y la falta de consideraci&oacute;n &eacute;tica de las acciones y estrategias han sido una constante en la historia de estos grupos y organizaciones.</p> <p class="spip"><img alt="-" src="http://nodo50.org/local/cache-vignettes/L8xH11/puce-b95cf.gif" />&nbsp;<strong class="spip">Sobrevaloraci&oacute;n del factor dinero</strong>. No se puede negar que en una sociedad capitalista es dif&iacute;cil sobrevivir al margen del dinero. Sin embargo, en la actualidad parece haberse llegado a un estadio en que la necesidad de sacar dinero se ha impuesto al sentido o la coherencia de lo que se hace. Muchas organizaciones son m&aacute;quinas de hacer dinero que dejan a un lado ciertos escr&uacute;pulos, pero no logran superar su estancamiento ni su desorientaci&oacute;n, y en muchos casos esa misma l&oacute;gica econ&oacute;mica s&oacute;lo ayuda a profundizar en su deriva.</p> <p class="spip"><img alt="-" src="http://nodo50.org/local/cache-vignettes/L8xH11/puce-b95cf.gif" />&nbsp;<strong class="spip">Tensi&oacute;n entre lo racional y lo emotivo</strong>. Este es un aspecto en el que parece dif&iacute;cil encontrar un equilibrio. Por un lado, muchas organizaciones han utilizado el sentimiento como principal elemento de adhesi&oacute;n y movilizaci&oacute;n, en detrimento del necesario desarrollo del debate racional. Por otro lado, se dan expresiones pol&iacute;ticas en que se trata de desterrar los aspectos emotivos de la lucha apuntando en exclusiva a los factores racionales. En el primer caso, se puede dar un elemento movilizador muy potente, aunque es tambi&eacute;n un condicionante para el pensamiento cr&iacute;tico y conlleva el riesgo de generar comportamientos fan&aacute;ticos y gregarios. En el segundo caso, la &laquo;frialdad&laquo; del racionalismo puede ser adem&aacute;s de menos atractiva, un tanto irreal, puesto que no se pueden establecer barreras artificiales en las relaciones entre las personas ni limitarlas a un terreno meramente t&eacute;cnico que obvia que los sentimientos son tambi&eacute;n parte del ser humano.</p> <p class="spip"><img alt="-" src="http://nodo50.org/local/cache-vignettes/L8xH11/puce-b95cf.gif" />&nbsp;<strong class="spip">Trivializaci&oacute;n de la lucha pol&iacute;tica</strong>. La lucha pol&iacute;tica es un factor que dota de una identidad social en la que reconocerse. En este sentido, ser de izquierdas, anarquista, ecologista, etc. otorga un estatus y un reconocimiento en un espacio determinado. La participaci&oacute;n pol&iacute;tica como b&uacute;squeda de identidad militante es un factor que puede desvirtuar la lucha, puesto que es f&aacute;cil que no genere &laquo;autenticidad&raquo;, es decir, que no haya una asunci&oacute;n profunda y responsable del compromiso. As&iacute;, puede derivar en una cuesti&oacute;n meramente est&eacute;tica, simb&oacute;lica y ritual, una b&uacute;squeda de un entorno afectivo, relacional y de prestigio, pero que no suponga gran implicaci&oacute;n vital o riesgos personales. Paradigmas de este tipo de participaci&oacute;n son el voluntariado light y trepa, propio de muchas ONGs, pero tambi&eacute;n cierta cultura radical de concierto, speed, taberna y camiseta.</p> <p class="spip"><img alt="-" src="http://nodo50.org/local/cache-vignettes/L8xH11/puce-b95cf.gif" />&nbsp;<strong class="spip">Seguidismo</strong>. Los ritmos y las l&oacute;gicas de actuaci&oacute;n han venido determinados en muchos casos no tanto por hechos externos (una realidad donde se pretende incidir), sino por las din&aacute;micas o interpretaciones que de ellos han hecho desde las instituciones, los medios de comunicaci&oacute;n u otras fuerzas sociales.</p> <p class="spip"><img alt="-" src="http://nodo50.org/local/cache-vignettes/L8xH11/puce-b95cf.gif" />&nbsp;<strong class="spip">Populismo</strong>. El prop&oacute;sito de &laquo;acercarse a la gente&raquo;, de no ser una &eacute;lite, de &laquo;tener incidencia&raquo; conlleva a menudo desarrollar acciones que tiendan a ser masivas o a ser bien aceptadas por el p&uacute;blico. En tanto que es el propio sistema capitalista el que moldea en buena medida la conciencias y los gustos de la gente, lo que es aceptable o seduce entra dentro de esa propia l&oacute;gica. El trabajo a desarrollar parte ya de la consideraci&oacute;n de esta contradicci&oacute;n, en una balanza en que se ponen el objetivo a alcanzar y el coste a pagar. Consumismo, derroche, demagogia, apolog&iacute;a o fomento de las drogas, planteamientos antiecol&oacute;gicos, etc. son algunos de los peajes que se pagan para tratar de llegar a un p&uacute;blico m&aacute;s amplio, de hacer pedagog&iacute;a y de llevar a la gente hacia planteamientos que son en teor&iacute;a antag&oacute;nicos con algunas de las pr&aacute;cticas en las que se cae. La valoraci&oacute;n de los resultados de esta estrategia es compleja, puesto que efectivamente puede tener un efecto de visibilizaci&oacute;n y socializaci&oacute;n de determinadas luchas. Sin embargo, tambi&eacute;n puede producir una adhesi&oacute;n meramente superficial, incoherente -puesto que el ejemplo ofrecido es igualmente incoherente y contradictorio- o contaminar la propia lucha y a los militantes, que acaban quemados o naturalizando esas contradicciones.</p> <p class="spip">La presi&oacute;n de la realidad, el des&aacute;nimo al que inducen tanto la represi&oacute;n directa como la indirecta, adem&aacute;s de la falta de referentes, la desilusi&oacute;n o el desenga&ntilde;o respecto a las alternativas han conducido a muchas personas a salirse de la militancia en grupos pol&iacute;ticos radicales. Algunas han pagado duros costes personales por la represi&oacute;n o la c&aacute;rcel. Otras han cambiado su campo de actuaci&oacute;n, buscando mayores satisfacciones o resultados m&aacute;s realistas y a corto plazo. Otras se han volcado en lo personal, en sus familias, amigos y aficiones. En otros casos, han apostado por tratar de llevar adelante proyectos personales con cierta coherencia (ej. agr&iacute;colas, educativos, etc.). Finalmente, algunas han tratado de deshacerse de sus escr&uacute;pulos y hacer negocio de lo que antes era trabajo no remunerado; otras han ca&iacute;do simplemente en el cinismo o la desesperanza.</p> <h2>&iquest;Qu&eacute; hacer</h2> <p class="spip">Criticar suele resultar m&aacute;s f&aacute;cil que proponer. Ser&iacute;a injusto adem&aacute;s no reconocer los esfuerzos y cuestionamientos que, al margen de las inercias y las dificultades objetivas se han intentado desarrollar desde diferentes grupos y personas para tratar de dar sentido y coherencia a lo que se hace.</p> <p class="spip">Parece que, en cualquier caso, una visi&oacute;n del compromiso o la militancia tiene que partir de la potenciaci&oacute;n de la autonom&iacute;a personal, de la capacidad de juicio, cr&iacute;tica y actuaci&oacute;n razonada. S&oacute;lo as&iacute; es posible establecer las bases de formas pol&iacute;ticas conscientes, responsables y coherentes (en la medida de lo posible). En este sentido, es importante igualmente que la militancia sea fruto de un proceso pol&iacute;tico (en sentido amplio) y personal-comunitario, en el que no se escindan ambos terrenos. El &aacute;mbito personal-comunitario es quiz&aacute;s uno de los prioritarios en este momento, dado el proceso de desintegraci&oacute;n de muchos lazos sociales. Es preciso recuperar espacios de encuentro donde sea posible conocerse y reflexionar colectivamente partiendo del descontento y la necesidad de alternativas tanto para nuestras formas de militancia como para el resto nuestra vida cotidiana. En este sentido, es necesario combinar la militancia &laquo;dura&raquo; (cuestionadora, antiautoritaria, con visi&oacute;n global y radical...) con un &laquo;tocar tierra&raquo; que desarrolle espacios de sociabilidad y fraternidad, adem&aacute;s de habilidades manuales y conocimientos generales en &aacute;mbitos cercanos. Gestionar espacios aut&oacute;nomamente, compartir experiencias y saberes, generar trabajo cooperativo, etc. son algunos de estos terrenos que pueden ayudar a oxigenar la lucha social. Es deseable no concebir este empe&ntilde;o como una obligaci&oacute;n o una directriz, sino como una necesidad que es a la vez ilusi&oacute;n de mejorar individual y colectivamente y deseo de autenticidad, que va unido al desarrollo de una &eacute;tica y un ejemplo grupales, a la formaci&oacute;n intelectual y a la sinceridad con uno mismo y con los dem&aacute;s. Es preciso, por tanto, unir militancia a valores y ejemplo, desarrollando referencias concretas donde la gente se pueda identificar m&aacute;s all&aacute; de las palabras.</p> <p class="spip">Refiri&eacute;ndose a lo que suelen ser los espacios m&aacute;s amplios de intervenci&oacute;n pol&iacute;tica, hablar de una militancia no alienada tiene que ver con la asunci&oacute;n consciente de los contenidos de esa luchas, con la valoraci&oacute;n de su capacidad de cuestionamiento de las estructuras de dominaci&oacute;n y de generaci&oacute;n de una respuesta social no manipulada ni populista, as&iacute; como con la posibilidad de que las personas puedan aprender, incidir y realizarse de forma aut&oacute;noma.</p> <p class="spip"><strong class="spip">Argia Landariz</strong></p> <p class="spip">Fuente: <a class="spip_out" href="http://www.nodo50.org/ekintza/article.php3?id_article=399&amp;var_recherche=Algunas+notas+sobre+militancia+pol%EDtica">Ekintza Zuzena</a></p> </div> http://estrecho.indymedia.org/general/noticia/algunas-notas-militancia-pol%C3%ADtica-reflexi%C3%B3n-no-ocupa-lugar#comments General activismo militancia reflexión Wed, 12 May 2010 16:04:18 +0000 indígena 1811 at http://estrecho.indymedia.org El trauma del decrecimiento http://estrecho.indymedia.org/general/noticia/trauma-del-decrecimiento <div class="chapo">La sinraz&oacute;n gobierna el mundo. Los individuos se relacionan a trav&eacute;s de cosas que les imponen sus reglas desde fuera: mercanc&iacute;as, dinero, tecnolog&iacute;a... En la sociedad a la que pertenecen su trabajo sirve para producir beneficios crecientes a particulares, no para satisfacer necesidades reales colectivas, por lo que aparece dominada por un tipo concreto de actividad econ&oacute;mica: una econom&iacute;a de mercado cuya met&aacute;stasis agota los recursos naturales, aumenta las desigualdades sociales y destruye el planeta.</div> <p><br class="nettoyeur" /></p> <p class="spip"><i class="spip">&ldquo;Con frecuencia, nos dejamos dominar por una impresi&oacute;n, hasta que nos liberamos al reflexionar, y esta meditaci&oacute;n, r&aacute;pida y mudable en su agilidad, penetra en el &iacute;ntimo misterio de lo desconocido.&rdquo;</i></p> <p class="spip"><strong class="spip">(Kirkegaard, Diario de un Seductor)</strong></p> <p class="spip">La sinraz&oacute;n gobierna el mundo. Los individuos se relacionan a trav&eacute;s de cosas que les imponen sus reglas desde fuera: mercanc&iacute;as, dinero, tecnolog&iacute;a... En la sociedad a la que pertenecen su trabajo sirve para producir beneficios crecientes a particulares, no para satisfacer necesidades reales colectivas, por lo que aparece dominada por un tipo concreto de actividad econ&oacute;mica: una econom&iacute;a de mercado cuya met&aacute;stasis agota los recursos naturales, aumenta las desigualdades sociales y destruye el planeta. La separaci&oacute;n entre el mundo tal como va y tal como deber&iacute;a ir es completa y el futuro prometido no merece m&aacute;s que desprecio. El reino de la raz&oacute;n apunta hacia atr&aacute;s, a una edad de oro; as&iacute; las formas anteriores de sociedad y Estado salen del desv&aacute;n como soluciones menos injustas e irracionales y se ponen de moda. Unos proponen la vuelta a estadios anteriores a la civilizaci&oacute;n urbana (primitivistas); otros, al Estado-naci&oacute;n y a las condiciones capitalistas de la posguerra (ciudadanistas); finalmente, otros, mediante la agricultura biol&oacute;gica, el &ldquo;comercio justo&rdquo; y la &ldquo;banca &eacute;tica&rdquo;, quieren regresar a la fase inicial del capitalismo, la de la separaci&oacute;n del valor de uso y el valor de cambio, del trabajo concreto y el trabajo abstracto (neorrurales).</p> <p class="spip"><strong class="spip">Una sociedad de clases pulverizadas que existe como objeto del capital</strong></p> <p class="spip">La etapa desarrollista o fordista del capitalismo produjo fen&oacute;menos de desclasamiento entre los trabajadores que se acentuaron con la reestructuraci&oacute;n productiva que la concluy&oacute;; la mundializaci&oacute;n hizo lo propio con las clases medias, tras precipitarlas en el abismo del cr&eacute;dito. El relevo generacional del proletariado y la mesocracia se horroriza ante la amenaza de exclusi&oacute;n, el destino de formar parte de la masa que la econom&iacute;a no necesita debido a la alta productividad y a la explotaci&oacute;n intensiva de los obreros de los pa&iacute;ses &ldquo;emergentes&rdquo;. No obstante, la voluntad de reorganizar la sociedad seg&uacute;n normas diferentes, el deseo de un cambio en la manera de aprender, producir y consumir que hoy se manifiesta espor&aacute;dicamente en los llamados &ldquo;movimientos sociales&rdquo;, no lleva la impronta de la acci&oacute;n proletaria. La clase obrera ha perdido la memoria, y con ello, sus maneras y su ser. La iniciativa pertenece a los peque&ntilde;os burgueses desclasados, a los estudiantes, empleados, funcionarios, y, en general, a los grupos sociales en el filo de la proletarizaci&oacute;n, los perdedores de la mundializaci&oacute;n. El oscurecimiento del antagonismo de clase producto de la derrota obrera, sumado a la evidencia de la crisis ecol&oacute;gica, permite que se presenten como representantes de intereses generales, fabric&aacute;ndose para la ocasi&oacute;n un pensamiento recuperado de fragmentos cr&iacute;ticos anteriores frutos de luchas reales. Confeccionan una ideolog&iacute;a, una salsa de ideas completamente desligada tanto de su origen como de la acci&oacute;n, que refleja las ambig&uuml;edades de la idiosincrasia perdedora, sentada entre dos sillas, y que viene caracterizada por la negaci&oacute;n del conflicto clasista, el rechazo de las v&iacute;as revolucionarias, la confianza en las instituciones y la indiferencia ante la historia, detalles estos que confieren a la protesta un nuevo estilo en las ant&iacute;podas de la pasada lucha de clases. En efecto, para los perdedores el capitalismo no es un sistema donde los individuos se relacionan a trav&eacute;s de cosas y sobreviven sometidos al trabajo y esclavizados por el consumo y las deudas, algo que naci&oacute; en un momento dado y puede desaparecer en otro; tal sistema no se desprende de una determinada relaci&oacute;n social derivada de la propiedad privada de los medios de producci&oacute;n, sino que es &ldquo;una creaci&oacute;n de la mente&rdquo;, un estado mental cuyo &ldquo;imaginario&rdquo; hay que descolonizar con ejercicios espirituales. Hay pues que alejarse de situaciones traum&aacute;ticas, olvidarse de tomar bastillas y asaltar palacios de invierno, y sumergirse en ambientes &ldquo;relacionales&rdquo; donde dominen condiciones psicol&oacute;gicas apacibles y familiares, que alguien ha llegado a calificar de &ldquo;femeninas&rdquo;. En el polo opuesto a Mayo del 68, uno no tiene m&aacute;s ganas de hacer el amor cuando m&aacute;s se enfrenta con la polic&iacute;a, ni encuentra la playa debajo de los adoquines. La barricada no abre el camino. Eso seguramente es cosa de machotes, un modo de hacer demasiado &ldquo;masculino&rdquo;. El m&eacute;todo &ldquo;convivial&rdquo; no busca combatir porque no reconoce enemigos; se basa en trastocar la actitud de las personas - desde luego, no hechas de historia, s&oacute;lo rellenas de &ldquo;imaginario&rdquo;&mdash; no con el trabajo de la negaci&oacute;n, sino con el buen rollo evangelizador.</p> <p class="spip"><strong class="spip">La crisis principal es crisis de la conciencia de clase</strong></p> <p class="spip">De acuerdo con el idealismo mesocr&aacute;tico el mundo es irracional e injusto porque no ha sido gobernado de forma adecuada, al no proporcion&aacute;rsele a la humanidad una verdad definitiva, o no desvel&aacute;rsele una &ldquo;ley natural&rdquo; como por ejemplo la del decrecimiento, f&aacute;cilmente condensada en las ocho &ldquo;erres&rdquo; de Latouche. El antagonismo violento entre clases aparece apaciguado y semidisuelto en m&uacute;ltiples oposiciones menores: consumismo y frugalidad, despilfarro y ecoeficiencia, mundial y local, desperdicio y reciclaje, alimentaci&oacute;n industrial y autoproducci&oacute;n, coche privado y bicicleta, crecimiento y decrecimiento, ying y yang. La ruta de una parte a la otra ha de ser recorrida con simplicidad y sin traumas; el nuevo orden ser&aacute; implantado lejos de las masas, paulatinamente y desde fuera, mediante la pedagog&iacute;a y el ejemplo, gracias a experiencias marginales austeras y reformas fiscales. El decrecimiento es para sus seguidores la verdad &ldquo;m&aacute;s verdadera&rdquo;, por lo que ser&aacute; suficiente aplicarla en peque&ntilde;as dosis y &ldquo;articularla pol&iacute;ticamente&rdquo; para que su virtud conquiste el mundo. Como verdad absoluta no est&aacute; sujeta al espacio ni al tiempo, no es vista como un producto hist&oacute;rico gestado en etapas anteriores de la crisis capitalista, responsable de una evoluci&oacute;n determinada de las clases sociales y de sus conflictos. Sin embargo la memoria nos aclara el sentido de la aventura decrecentista en busca del reino idealizado de la clase media decadente. Para empezar, el decrecentismo no aporta nada nuevo. En s&iacute; es una mezcla de bioeconom&iacute;a, indigenismo y ciudadanismo. De la primera extrae su principio econ&oacute;mico; del segundo, su principio social, la &ldquo;convivencialidad&rdquo;; del tercero, su principio pol&iacute;tico. Por supuesto, el decrecimiento es una &ldquo;propuesta abierta a una gran diversidad de experiencias y corrientes&rdquo;; no son lo mismo Enric Duran y los anarcosindicalistas, que Attac, los posestalinistas o la cohorte oenegera. Pero precisamente debido al hecho de no desprenderse de una praxis social concreta sino haber nacido en una mesa de expertos y profesores &ndash;cosa que reafirmar&iacute;a m&aacute;s todav&iacute;a su naturaleza ideol&oacute;gica&mdash; el remedio del decrecimiento sirve lo mismo para un roto que para un descosido. Los m&aacute;s avispados se inspiran en la autoorganizaci&oacute;n de barriadas marginales de conurbaciones tercermundistas como La Paz, Oaxaca o Niamey, pero hay quien se&ntilde;ala a Cuba como ejemplo de lo que significa mantenerse &ldquo;dentro de los par&aacute;metros de sostenibilidad&rdquo;. Con ese modelo no es de extra&ntilde;ar que al proyecto decrecentista se apunte &ldquo;el mundo de los partidos comunistas&rdquo;, mundo par&aacute;sito por excelencia, subrayando as&iacute; uno de los aspectos m&aacute;s sospechosos, acontecimiento del que se felicitan Carlos Taibo y Fern&aacute;ndez Buey. En una atm&oacute;sfera convivencial, cuanto m&aacute;s seamos, m&aacute;s reiremos: el decrecimiento es igual de compatible con el marxismo ecl&eacute;ctico y positivista de los universitarios que con la teolog&iacute;a de la liberaci&oacute;n o el municipalismo libertario. Cualquiera puede interpretarlo a su conveniencia, poner el acento en unas ideas y desechar otras, darle un toque particular o pasarlo por el cedazo, sin que por ello quede oculto su funci&oacute;n reaccionaria en tanto que falsa conciencia de la realidad de unas clases en migajas.</p> <p class="spip"><strong class="spip">No way out</strong></p> <p class="spip">Todos los partidarios del decrecimiento hablan de salirse de la econom&iacute;a, aunque la forma de dar el paso no pase por una revoluci&oacute;n, ni tan s&oacute;lo por una hecatombe econ&oacute;mica. Sin que pase por una salida. La destrucci&oacute;n del capitalismo no es la condici&oacute;n previa del cambio. &Eacute;ste ha de ser &ldquo;civilizado&rdquo;, pasando por la puerta, no rompi&eacute;ndola, con el inapreciable auxilio de la inform&aacute;tica e internet, herramientas &ldquo;conviviales&rdquo; que &ldquo;atacan el reino de la mercanc&iacute;a&rdquo; (Gorz) y nos ayudan a crear &ldquo;espacios aut&oacute;nomos convivenciales y ahorrativos&rdquo; repletos de &ldquo;bienes relacionales&rdquo;, gracias a cuyo atractivo quedar&aacute; nuestro imaginario descolonizado. No se trata pues de sustituir un sistema por otro, y menos con violencia, sino de crear un sistema bonito dentro de otro malo, que conviva con &eacute;l. Cuando los decrecentistas hablan de salir del capitalismo, la mayor&iacute;a de las veces se refieren a salir del &ldquo;imaginario capitalista&rdquo;. A un cambio de mentalidad, no de sistema. Es m&aacute;s, piensan que este otro cambio, que comportar&iacute;a la destrucci&oacute;n de la democracia burguesa, la socializaci&oacute;n de la producci&oacute;n, la eliminaci&oacute;n del mercado, la abolici&oacute;n del salario y la desaparici&oacute;n del dinero, engendrar&iacute;a &ldquo;el caos&rdquo;, algo &ldquo;insostenible&rdquo; que adem&aacute;s tendr&iacute;a el defecto de no terminar con el &ldquo;imaginario dominante.&rdquo; Estamos muy lejos de caminar hacia lo que en otra &eacute;poca se llam&oacute; socialismo o comunismo. Lo que se pretende es m&aacute;s sencillo: poner a dieta al capitalismo. No cabe la menor duda de que sus dirigentes, estimulados por el &eacute;xito de una &ldquo;econom&iacute;a solidaria&rdquo; a la que el Estado ha transferido suficientes medios, y, forzados por el agotamiento de los recursos y la escasez de energ&iacute;a barata, se van a convencer de la necesidad de entrar &ldquo;en una transici&oacute;n socio-ecol&oacute;gica hacia menores niveles de uso de materias primas y energ&iacute;a&rdquo; (Mart&iacute;nez Alier). Los millones de parados que engendrar&iacute;a dicha transici&oacute;n habr&iacute;an de coger el ordenador y marchar al campo, recipiente de un sinf&iacute;n de &ldquo;nuevas actividades&rdquo;, medida que fluir&iacute;a de un &ldquo;ambicioso programa de redistribuci&oacute;n&rdquo; incluyendo una &ldquo;renta de ciudadan&iacute;a&rdquo; (Taibo), al alcance solamente de las instituciones estatales. En tanto que tentativa de salirse del capitalismo sin abolirlo, al pasar a la acci&oacute;n y entrar en el terreno de los hechos, los decrecentistas confluyen con el viejo y abandonado proyecto socialdem&oacute;crata de abolir el capitalismo sin salir nunca de &eacute;l. Si acabar con el capitalismo de forma abrupta es una forma de &ldquo;decrecimiento traum&aacute;tico&rdquo; que va contra el &ldquo;decrecimiento sostenible&rdquo; (Cheynet), qu&eacute; decir tendr&iacute;a acabar con la pol&iacute;tica. Aunque no haya m&aacute;s pol&iacute;tica que la que sigue los designios de la econom&iacute;a, y, por lo tanto, del crecimiento, no se concibe otra manera de &ldquo;implementar&rdquo; las medidas necesarias de cara a una &ldquo;transici&oacute;n igualitaria hacia la sostenibilidad&rdquo; que la de &ldquo;recuperar protagonismo como comunidades pol&iacute;ticas&rdquo; (Mosangini), por ejemplo, mediante &ldquo;una propuesta program&aacute;tica ante las elecciones&rdquo; (Jaime Pastor). As&iacute; pues, los decrecentistas podr&aacute;n cuestionar el sistema econ&oacute;mico que han renunciado a destruir, pero nunca cuestionar&aacute;n sus subproductos pol&iacute;ticos, los partidos, el parlamentarismo y el Estado, instrumentos conviviales y espirituales donde los haya. Aunque en casa la boca se les llene con lo de &ldquo;recobrar espacios de autogesti&oacute;n&rdquo;, de puertas afuera claman por el engendro de la &ldquo;democracia participativa&rdquo;, es decir, por la vigilancia y asesor&iacute;a de las instituciones y constructoras en materia de urbanizaci&oacute;n e infraestructuras, al objeto de conjurar las protestas radicales en defensa del territorio.</p> <p class="spip"><strong class="spip">El Estado es el aparato mediador entre el capital en su conjunto y los capitales particulares</strong></p> <p class="spip">Del ciudadanismo, la ideolog&iacute;a del decrecimiento conserva intactos el p&aacute;nico a los conflictos, el amor a las nuevas tecnolog&iacute;as y la adhesi&oacute;n al Estado &ldquo;democr&aacute;tico&rdquo;. Los ciudadanistas han circulado antes por la carretera estatista en sus demandas de tasaci&oacute;n y regulaci&oacute;n financiera. En los pa&iacute;ses llamados democr&aacute;ticos porque ocultan su totalitarismo, un pretendido sujeto emerge de las ruinas del proletariado: la &ldquo;ciudadan&iacute;a&rdquo;. &Eacute;ste es el disfraz con que la lumpenburgues&iacute;a se sirve para presentar la cuesti&oacute;n social no como respuesta a las pr&aacute;cticas de una clase dominante propietaria del mundo, sino como un problema de impuestos y de derechos civiles, efectivamente bloqueados o recortados por leyes de excepci&oacute;n necesarias para el funcionamiento de la econom&iacute;a, que es de manera progresiva una econom&iacute;a de guerra. La acci&oacute;n ciudadana no consistir&aacute; en suprimir las diferencias de clase, igualar la remuneraci&oacute;n de los funcionarios, impugnar la existencia de las jerarqu&iacute;as y menos a&uacute;n en reivindicar una expropiaci&oacute;n generalizada; consistir&aacute; sencillamente en &ldquo;repolitizar la esfera p&uacute;blica y recordar a los consumidores que son por encima de todo ciudadanos&rdquo; (Jorge Reichman). Afirmar rotundamente que otro capitalismo es posible, reclamando al Estado como buenos votantes nuevas leyes que garanticen los derechos conculcados y una nueva fiscalidad que repare los da&ntilde;os provocados en la sociedad y el medio ambiente. Para los ciudadanistas, ni la pol&iacute;tica ni el Estado tienen car&aacute;cter de clase y forman parte del mecanismo de explotaci&oacute;n, sino que son espacios neutros susceptibles de ponerse al servicio de intereses comunes con tal que sean controlados por observatorios y comisiones de seguimiento. Ante esa convicci&oacute;n inamovible, el alboroto y la algarada que acompa&ntilde;an a las movilizaciones no resultan argumentos &ldquo;que pesen en el debate&rdquo; y han de condenarse en favor de las manifestaciones pac&iacute;ficas y festivas, del di&aacute;logo con los poderes y de las elecciones.</p> <p class="spip">A pesar de las diferencias, no existe una contradicci&oacute;n mayor entre la ideolog&iacute;a ciudadanista y la del decrecimiento, sino una continuidad l&oacute;gica. Las dos traducen la mentalidad de las clases medias en dos etapas distintas del capitalismo. El ciudadanismo se correspond&iacute;a con un periodo expansivo, donde hab&iacute;a especulaci&oacute;n para todos. Las clases medias ciudadanas no escupen en la mano que les presta dinero; por eso eran optimistas y contrarias a contestar una econom&iacute;a que parec&iacute;a funcionar; s&oacute;lo era cuesti&oacute;n de moralizarla con regulaciones y controles institucionales preferentemente en manos de la &ldquo;izquierda real&rdquo;. No quer&iacute;an modificar el sistema pol&iacute;tico, sino renovar los contenidos de los programas; soldar el partido del Estado. Para mejor precisar estos objetivos, se negaron a constituirse en partido, diluyeron su keynesianismo y de estar &ldquo;contra la globalizaci&oacute;n&rdquo; se fueron a &ldquo;otra globalizaci&oacute;n&rdquo;. Mientras tanto, el &uacute;nico decrecimiento que hubo fue el de la conciencia social. Cuando el panorama se volvi&oacute; negro, el rosario de crisis financieras, burs&aacute;tiles e inmobiliarias donde desemboc&oacute; la expansi&oacute;n burbujeante de la econom&iacute;a tuvo consecuencias funestas para la &ldquo;ciudadan&iacute;a&rdquo;, fuertemente endeudada y con el imaginario puesto en una segunda residencia y unas vacaciones en Canc&uacute;n. Por primera vez en muchos a&ntilde;os hubo decrecimiento, pero en forma de recesi&oacute;n econ&oacute;mica, no de imaginario liberado. La factura de las crisis no se detuvo en los que pagan siempre sino que lleg&oacute; hasta el empresariado, al que tambi&eacute;n se le cerr&oacute; el cr&eacute;dito. Las bolsas de excluidos y morosos se dispararon. El temor a situaciones como las del &ldquo;corralito&rdquo; argentino se hizo palpable. El retorno de un Estado fuerte tapando los agujeros con fondos y creando trabajo se impuso como soluci&oacute;n. El discurso del cambio clim&aacute;tico sac&oacute; fuera del ba&uacute;l de los horrores a la energ&iacute;a nuclear. El &ldquo;peak&rdquo; de la producci&oacute;n petrol&iacute;fera puso en marcha el negocio de las energ&iacute;as renovables. La misma clase dominante tuvo que reconsiderar la &ldquo;alternativa&rdquo; del keynesianismo y la industria verde, &uacute;nica posibilidad de crecimiento inmediato. El capitalismo viraba seriamente hacia el desarrollismo &ldquo;sostenible&rdquo;, auxiliado por un ecologismo que no se propuso desafiarle, un ecologismo pues inoperante ecol&oacute;gicamente. Un cambio de paradigma capitalista de tal magnitud, o dicho m&aacute;s exactamente, un estado de excepci&oacute;n ecol&oacute;gico, primer cap&iacute;tulo de una econom&iacute;a de guerra, acarreaba importantes alteraciones en la producci&oacute;n, el consumo y la manera de vivir, cambios que afectaban a las clases perdedoras. Hab&iacute;a llegado el momento de salirse de un determinado tipo de capitalismo y permitirse el lujo de declararse anticapitalistas.</p> <p class="spip"><strong class="spip">La destrucci&oacute;n y reconstrucci&oacute;n del planeta forma parte del proceso de valorizaci&oacute;n capitalista</strong></p> <p class="spip">Ante una clase media arruinada, millones de parados y unas perspectivas econ&oacute;micas realmente belicosas, el proyecto ciudadanista resultaba rid&iacute;culamente moderado. El capitalismo se adelantaba al fomentar un Estado verde dentro de una econom&iacute;a verde. El catastrofismo ecologista hab&iacute;a encontrado padres adoptivos en las instancias dirigentes del m&aacute;s alto nivel, enriqueciendo el lenguaje de Estado. Reaparecieron jerarcas partidarios de poner l&iacute;mites, incluso, a largo plazo, de ir hacia un capitalismo sin crecimiento, tal como recomendaron los expertos del Club de Roma hace casi cuarenta a&ntilde;os. Los medios decrecentistas recibieron un aluvi&oacute;n de adherentes con ganas de marcha; de ah&iacute; las presiones para abandonar el debate entre expertos (a fin de &ldquo;ejercer la ciudadan&iacute;a&rdquo;) y el individualismo (o el &ldquo;decrecimiento en una sola aldea&rdquo;), bien creando un partido pol&iacute;tico o en su defecto un &ldquo;movimiento&rdquo;, bien proponiendo nuevas instituciones y profesiones. Por ahora los nuevos horizontes de la econom&iacute;a y de la pol&iacute;tica no convergen con &ldquo;el programa reformista de transici&oacute;n&rdquo; del decrecimiento, todav&iacute;a en mantillas, pero sin duda acercan posiciones. Los dirigentes capitalistas son conscientes de que incorporar criterios de sostenibilidad a la gesti&oacute;n econ&oacute;mica es la mejor garant&iacute;a para la supervivencia de las empresas. Los objetivos de un programa patronal como el llamado &ldquo;Responsabilidad Social Corporativa&rdquo; son &ldquo;integrar los aspectos econ&oacute;micos, sociales y medioambientales en la actividad empresarial e incluirlos en su estrategia.&rdquo; Uno creer&iacute;a estar leyendo Le Monde Diplomatique. Por otro lado las decisiones empiezan a regresar a la esfera del Estado, recobrando &eacute;ste en parte la facultad de definir los intereses generales, lo que renueva con mayor realismo las esperanzas decrecentistas de un &ldquo;control democr&aacute;tico de la econom&iacute;a por la pol&iacute;tica&rdquo;. Un entendimiento con el orden es posible. Empresarios, pol&iacute;ticos y fans del decrecimiento, unos qued&aacute;ndose dentro sin salirse, otros sali&eacute;ndose fuera sin quedarse, coinciden a grandes rasgos en poner atenci&oacute;n al metabolismo de la econom&iacute;a y gravar las p&eacute;rdidas del ecosistema &ldquo;sin mermar el bienestar de los empleados.&rdquo; De acuerdo pues en el refuerzo de los controles, en la necesidad de pagar la &ldquo;deuda de carbono&rdquo;, en la difusi&oacute;n de las nuevas tecnolog&iacute;as, en el aumento de la inversi&oacute;n p&uacute;blica, en el reciclado de basuras, en la gesti&oacute;n &ldquo;democr&aacute;tica&rdquo; del territorio y, sobre todo, en la aceptaci&oacute;n de determinadas restricciones al consumo, que habr&aacute; de basarse no ya en la abundancia, sino en el racionamiento (por ejemplo, energ&eacute;tico). Desde cualquier &aacute;ngulo, las soluciones pasan por disciplinar a los individuos en tanto que consumidores, reeduc&aacute;ndolos en el ahorro, la austeridad, el reciclaje y el pago de tasas acad&eacute;micas e impuestos mayores. En tanto que automovilistas, financi&aacute;ndoles la compra de coches menos contaminantes, pero obligando a pagar peajes por acceder a los centros de las conurbaciones y trabando al estacionamiento. Y tambi&eacute;n en tanto que trabajadores, prepar&aacute;ndolos para el reparto de trabajo, la reducci&oacute;n salarial, la recolocaci&oacute;n en medio rural y el ocio creativo. Finalmente, la necesidad de mantener a sectores enteros de excluidos del mercado laboral revaloriza experiencias marginales como cooperativas, huertos urbanos, desescolarizaci&oacute;n, entretenimiento comunitario, trueque, movilidad sostenible, etc.; es decir, garantiza la existencia de una econom&iacute;a marginal tolerada e incluso protegida, un &ldquo;tercer sector&rdquo; al que se transfiere por las v&iacute;as fiscal y administrativa un pedacito de los beneficios de la econom&iacute;a &ldquo;real&rdquo;.</p> <p class="spip"><strong class="spip">Violencia anticapitalista o destrucci&oacute;n de la especie Humana</strong></p> <p class="spip">Muchas ideas expuestas en los papeles decrecentistas son interesantes y comprensibles en un contexto de rebeld&iacute;a, y a&uacute;n se entienden mejor en las obras de los autores originales de donde fueron recuperadas. No forman un conjunto coherente, puesto que su base social no es coherente. Dada la &ldquo;diversidad&rdquo; de personajes, colectivos y sectores presentes, en distintos niveles de compromiso con la dominaci&oacute;n, la mediaci&oacute;n a trav&eacute;s de la pr&aacute;ctica se produce en la confusi&oacute;n y la arbitrariedad. Todos tienen en com&uacute;n el huir de ese factor esencial de conocimiento que es la revuelta. Todos temen al trauma de la revuelta. El decrecimiento es un paraguas bajo el que se cobijan posturas imposibles de unificar: unas se limitan a acampar en los prados de la pedagog&iacute;a, otras insisten en pre&ntilde;ar la pol&iacute;tica y el sindicalismo, y el resto obedece a la llamada de la tierra. Cada posicionamiento refleja los intereses concretos de un determinado grupo social, distintos e incluso opuestos a los de los otros grupos, puesto que la clase en la que se insertan no es una aut&eacute;ntica clase, sino un mont&oacute;n de pedazos de otras. La Historia muestra suficientes ejemplos de la &uacute;nica materia que puede reunir tal tipo de fragmentos: el miedo. Un movimiento sin intereses claros y con la estrategia por definir, impulsado por el p&aacute;nico, no puede funcionar m&aacute;s que al servicio de otros intereses, estos por supuesto bien visibles, y como parte de otra estrategia, perfectamente definida: en ausencia de un movimiento revolucionario real, mandan los intereses y la estrategia de la clase dominante.</p> <p class="spip">Son encomiables muchos experimentos de desvinculaci&oacute;n, reivindiquen o no reivindiquen el decrecimiento, pues en las &eacute;pocas sombr&iacute;as tienen la fuerza del ejemplo, a condici&oacute;n, eso s&iacute;, de presentarse como lo que son, modos de sobrevivir m&aacute;s llevaderos, de coger aliento si cabe, pero nunca panaceas. Son un comienzo pues la secesi&oacute;n es hoy la condici&oacute;n necesaria de la libertad. Sin embargo, &eacute;sta no tiene valor sino como fruto de un conflicto, o sea, unida a la subversi&oacute;n de las relaciones sociales dominantes. Constituyendo una especie de guerrilla aut&oacute;noma. La relaci&oacute;n con los combates sociales y la pr&aacute;ctica de la acci&oacute;n directa es lo que confiere el car&aacute;cter aut&oacute;nomo al espacio, no su existencia en s&iacute;. La ocupaci&oacute;n pac&iacute;fica de f&aacute;bricas y territorios abandonados por el capital podr&aacute; resultar a veces loable pero no funda una nueva sociedad. Los espacios de libertad aislados, por muy meritorios que parezcan, no son barreras que impidan la esclavitud. No son fines en s&iacute; mismos, como no lo eran los sindicatos en otros periodos hist&oacute;ricos, y dif&iacute;cilmente pueden ser instrumentos para la reorganizaci&oacute;n de la sociedad emancipada. Durante los a&ntilde;os treinta fue cuestionado ese papel, atribuido entonces a los sindicatos &uacute;nicos, porque se le supon&iacute;a reservado a las colectividades y a los municipios libres. El debate merece recordarse, sin olvidar que, a la hora de la verdad, la autonom&iacute;a de cada instituci&oacute;n revolucionaria, sindicatos incluidos, fue asegurada por la presencia de milicias y grupos de defensa. Pero hoy las cosas son diferentes; la emancipaci&oacute;n no va a nacer de la apropiaci&oacute;n de los medios de producci&oacute;n sino de su desmantelamiento. Las zonas relativamente segregadas hoy en d&iacute;a existen precisamente porque son fr&aacute;giles, porque no son una amenaza, no porque constituyan una fuerza. Y sobre todo, porque no sobrepasan los l&iacute;mites del orden: en Francia, la mayor aportaci&oacute;n del mill&oacute;n de neorrurales no ha sido otra que &ldquo;votar a la izquierda&rdquo;. Al fin y al cabo, tambi&eacute;n son contribuyentes. Los islotes autoadministrados no transforman el mundo. La lucha, s&iacute;. No estamos en la &eacute;poca de los falansterios y las icarias. La democracia directa y el autogobierno han de ser respuestas sociales, la obra de un movimiento nacido de la fractura, de la exacerbaci&oacute;n de los antagonismos sociales, no del voluntarismo campa&ntilde;il, y no han de producirse en la periferia de la sociedad, lejos del mundanal ruido, sino en su centro. El espacio ser&aacute; efectivamente liberado cuando un movimiento social consciente lo arrebate al poder del Mercado y del Estado, creando s&oacute;lidas contrainstituciones en &eacute;l. La salida del capitalismo ser&aacute; obra de una ofensiva de masas o no ser&aacute;. El nuevo orden social justo e igualitario nacer&aacute; de las ruinas del antiguo, puesto que no se puede cambiar un sistema sin destruirlo primero.</p> <p class="spip">Extraido de la publicaci&oacute;n Libre Pensamiento, n&uacute;mero 63, invierno 2010.</p> <p class="spip">&nbsp;</p> <p class="spip">Miquel Amor&oacute;s</p> http://estrecho.indymedia.org/general/noticia/trauma-del-decrecimiento#comments General autonomía decrecimiento reflexión Fri, 26 Mar 2010 09:08:12 +0000 1463 at http://estrecho.indymedia.org